Por Julieta Desmarás
“¿Te gusta lo que hacés? ¿lo seguirías haciendo?” La frase alude a una canción que contiene el álbum “Bryter Layter” de Nick Drake. Segundo trabajo de los tres discos que el músico inglés grabó en su corta carrera. A través de su portada, se adivina una silueta incómoda ante el flash. ¿Acaso para hacer canciones hay que sacarse fotos?, ¿para ser escuchado hay que sostener un público? Con testimonios de artistas que grabaron junto a Drake, la historia detrás de la tapa, se devela. “Bryter Layter” fue lanzado en Island Records en el año 1970 y producido por el legendario Joe Boyd. Considerado su trabajo más despersonalizado y su legado más divino; en todas sus creaciones, aún en las más eclécticas, fue él mismo. Incluso, el Nick fotografiado es él. Encorvado y sosteniéndose en su música. También la contratapa revela su persona. Lo peculiar de la foto de tapa, son los objetos: una silla, una guitarra y unos zapatos estrafalarios. La propuesta estética fue idea de su amigo Nigel Waymouth, un artista plástico, diseñador gráfico y, por entonces, dueño del local de moda del momento. Vistió a los más grosos del rock británico y a los que anhelaban serlo, también. “Nick Drake era un talento muy especial y es trágico que haya muerto tan joven. Es también prueba de su genialidad que su trabajo perdure y sea hoy tan vital como cuando fue grabado”señala el artista. El objeto de mi afecto Aparentemente, Nick llegó al estudio con unos zapatos muy así nomás, que disentían con la visión que su amigo imaginaba como tapa de disco. Nigel se los hizo sacar y, a cambio, le prestó los suyos para lograr un mejor contraste con la tipografía que tenía en mente para Bryter Layter y evitar así, una foto sobria. La estética que generó Waymouth , no fue al azar. Drake era un apasionado por la literatura y en 1967 estudió Literatura Inglesa en la Universidad de Cambridge. Sin duda, Nigel captó la sensibilidad de su amigo. En la portada, se observa a Nick sentado sobre una sillita. A primera vista, da sensación de desolación, como sacado de otra época y puesto ahí. Aparenta un mueble inhóspito, ¿quién quisiera sentarse ahí? Unos años más tarde, Nigel confesaría que la silla que usó para retratar al músico, pertenecía al escritor Charles Dickens. Otro objeto, que muchos aseguran que fue la única M20 que Nick tuvo en sus manos, es la guitarra que aparece en la foto. El instrumento fue un regalo que Eric Clapton le hiciera a Nigel, luego de haberla usado para una campaña de guitarras Guild a finales de los 60. Hoy, su dueño es el músico Nick Laird Clowes de “Dream Academy”. Quien luego, con la misma guitarra, grabaría una canción en memoria de Drake. Con colaboraciones de músicos solemnes, definir Bryter Layter solamente como lo más transgresor de Drake es baladí. Sin duda, fue lo más cerca que estuvo de hacer un disco comercial, pero sin perder ni una pizca de sí mismo. Nick sabía lo que hacía y le sacó provecho. Logró un disco especial y actualmente considerado como un álbum imprescindible del siglo XX. El virtuosismo jugó un papel fundamental, y se lo puede apreciar en piezas como “Hazey Jane II”, en la que colabora Richard Thompson, la groovera “Poor Boy”, con unos de los coros más espectaculares interpretados por Pat Arnold, la rítmica melodía “One Of This Things First”, la destacada “At the Chime of a City Clock”, con ese saxo inolvidable a cargo de Ray Warleigh y el soberbio final “Sunday”. Dave Mattacks, músico que tocó la betería en varios de los tracks, lo recuerda alegre. Nick abrió varios de sus shows cuando el batero formaba parte de la banda Fairport Convention. “Era un gran cantante, escritor y guitarrista. Cada vez que suena en la radio, sonrío. Estamos en la era de satisfacción instantánea, y un poco pasados. No siempre sucede que todo lo que se escucha (de todos los géneros) es genial. De hecho, esa característica generalmente pasa desapercibida. Es conmovedor cuando ese tipo de música se eleva por sobre el barro, aunque sea demasiado tarde” explica el baterista. El ex: Velvet Underground John Cale, también colaboró en el disco, tocando la guitarra y el arpa en “Fly” y la celesta, el piano y el órgano en “Northern Sky”. Es una obra que atrapa, ya sea por la imagen de su portada, por las incursiones de sonidos más osados, como el jazz, las rítmicas y coros, o simplemente por la penetrante voz del cantante. Todos, arreglos motivados por su productor Joe Boyd y abalados por su intérprete. El mismo título encierra la experiencia de escucharlo: todos seremos más sabios después. Nick Drake, acaso por acarrear cierta fragilidad o timidez, no alcanzó popularidad. Tal vez, la generación que le tocó no estuvo de su lado y tanto a Bryter Layter, como a su creador, les llegó demasiado tarde un reconocimiento merecedor. Sin embargo, a veces el tiempo es sabio y rescata del olvido una melodía que suena, suena y suena.