Por María Marciano.
Buenos Aires, principio de siglo, llueve.
“Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro”
Esto lo diría Cortázar en “Aplastamiento de las gotas” pero también lo dijo Buenos Aires, la ciudad que vio nacer a dos grandes escritores:
Borges y Roberto Arlt.
1899, Borges, un escritor de familia tradicional.
1900, Roberto Arlt, un escritor de origen inmigratorio, instalando literatura en espacios, hasta entonces, reservados a los escritores de orígenes tradicionales.
Borges, desde su cuna tradicional en la calle Tucumán entre Suipacha y Esmeralda, apuntaba a las vanguardias europeas, al ultraísmo.
Mientras que Roberto Arlt, desde su cuna de inmigrantes, miraba a la Rusia de Dostoievski.
¿Prefiguraban acaso, estas cunas, los antagónicos y míticos grupos Florida y Beodo?
Principio de siglo. Llueve en Buenos Aires.
Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas- uno -detrás de otro, qué hastío.
Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
Diría Cortázar en “Aplastamiento de las gotas”. Pero lo dice la ciudad.
Y como ahora en Buenos Aires paró de llover, es buen momento para salir a dar un paseo por el barrio de Palermo. Barrio en el que Borges vivió hasta 1914, cuando se embarca rumbo a Europa con el objetivo de tratar la ceguera progresiva y hereditaria que sufría su padre. Ceguera que el mismo Borges padeció y lo dejó ciego en 1955, año en que lo nombran director de la biblioteca nacional. La biblioteca de la calle México. Si bien en el año 1927 ya comenzaron a manifestarse algunos signos de esta ceguera, fue en el año 55 cuando Borges pierde la vista.
¡Justo a él, quien se había figurado el paraíso bajo la especie de una biblioteca!
A pesar de esta contradicción del destino, Borges dice en su maravilloso poema de los dones:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
Esta declaración de la maestría de Dios
Que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche
Yo que me figuraba el paraíso bajo la especie de una biblioteca.
Pasear por Buenos Aires en la década del 20 es pasear por una ciudad en transformación.
Y estamos paseando por la ciudad y ahora ésta se desvanece y transmuta y, de repente, se convierte en una Buenos Aires de rabiosa amargura, la Buenos Aires de Roberto Arlt.
La belleza violenta de una Buenos Aires que está perdiendo la horizontalidad de la llanura.
Ahora, la ciudad, más que telón de fondo, es protagonista y afecta directamente a los personajes, a estos personajes contradictorios, tortuosos, dominados por sus impulsos y sus fobias.
Caminamos por la ciudad, una ciudad hostil que rechaza, y nos cruzamos con siete locos que se dirigen a la quinta del astrólogo. Tienen una misión: “salvar a los turros, a los grelas, a los chorros, a los fiacas”.
Se trata de personajes en los que el cuerpo, el alma y la propia existencia están mutilados.
En los textos de Arlt camina una legión de personajes grotescos, enfermos del cuerpo y del juicio.
Y la ciudad se asusta y ustedes también pero Roberto Arlt nos dice lo mismo que le escribió a su mujer Carmen Antinucci en el prólogo de “El Jorobadito y otros cuentos”:
Querida, “Los seres humanos son más parecidos a monstruos chapoteando en las tinieblas que a los luminosos ángeles de las historias antiguas”
Y compartiendo este espanto, y desde una esquina, Borges canta a Buenos Aires:
“No nos une el amor sino el espanto
Será por eso que la quiero tanto”
Y nostálgicamente agrega:
“A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires
La juzgo tan eterna como el agua y como el aire”
La nostalgia en Borges. Nota característica.
Borges mira a Buenos Aires desde un espacio recordado y lo refleja en su literatura como una ciudad criolla que persiste en la cuidad moderna.
Borges postula estas influencias de una manera muy original y crea un escenario mixto donde Buenos Aires es la pervivencia de un pasado hispano-criollo que se pierde en un presente modernizante
Y sí, Mientras que Borges trabaja con el sentimiento de la nostalgia respecto de una ciudad que está mutando, Arlt observa con crítico entusiasmo los nuevos elementos que afectan el perfil urbano.
Y denuncia, apelando al cinismo, la violencia enmascarada de una forma social hipócrita.
La pérdida de horizontalidad de la llanura es retratada por Roberto Arlt en sus “Aguafuertes porteñas”:
Amenaza caer sobre nuestras cabezas la fachada del rascacielo con sus once cintas verticales de vidrieras de cristal y acero. La plazuela triste se llama La plaza de Monserrat, el rascacielo está ocupado por el Ministerio de obras públicas.
El contraste es brutal. En la antiquísima plazuela se detenían carretas cargadas de cueros y tropillas de vacunos. El rascacielo reciente, surge de la tierra…”
Y seguimos paseando e inesperadamente llegamos a los arrabales.
Nadie ignora que el Sur empieza del otro lado de Rivadavia diría Borges en el cuento “El Sur”.
En estos arrabales Borges construye un mundo de coraje, honor y traición.
Acá es donde viven los compadritos.
Sin duda, los duelos a cuchillo son materia borgeana.
Y llegamos a Turdera
¡Miren! Esos son los hermanos Nilsen, los del cuento “La intrusa”, de Borges
Los Nilsen eran calaveras. Fueron troperos, cuarteadores, cuatreros y alguna vez tahúres. Tenían fama de avaros, salvo cuando la bebida y el juego los volvían generosos.
Parece que ahora se van de farra a lo de Farías.
¿Vamos de farra nosotros también?
Vamos a la calle Corrientes, a la Corrientes de las “Aguafuertes” de Roberto Arlt:
¡Corrientes, por la noche! Mientras las otras calles honestas duermen para despertarse a las 6 de la mañana, Corrientes, la calle vagabunda, enciende a las 7 de la tarde todos sus letreros luminosos, y enguirnaldada de rectángulos verdes, rojos y azules, lanza a las murallas blancas sus reflejos de azul de metileno, sus amarillos de ácido pícrico, como el glorioso desafío de un pirotécnico.
Ya es tarde, mejor regresemos a La Feria del Libro. Arlt diría en sus “Aguafuertes porteñas”:
¿Recuerdan ustedes aquel siniestro cuento de Edgar Allan Poe llamado “El hombre de la multitud” que durante horas y horas camina frenéticamente a través de las calles de la ciudad envuelto en la neblina y acosado de angustias? Nuestra ciudad también en la noche tiene por sus calles estas almas en pena, fugitivas y siniestras que no se sabe en qué tragedia van a recalar.
Ultima estación, fin del recorrido.
Anochece y Buenos Aires, la otra la misma, ve a estos dos escritores que se alejan por alguna calle que la ciudad no recuerda, no es la calle Boedo, tampoco la calle Florida, pero Borges y Roberto Arlt caminan juntos, unidos por una pasión, la de escribir, y se alejan, perdiéndose en las sombras inquietantes de la noche, pero quedándose para siempre.

María Marciano
Colaborador
Docente, imparte clases de inglés adaptando guiones de Shakespeare para escuelas primarias y secundarias. Perfecciona sus conocimientos de lengua anglosajona trasladándose a Londres. Es Lic. en Administración de Empresas por la Universidad Católica Argentina y, en el terreno literario, alumna del prestigioso escritor granadino José Carlos Gallardo. Publicó Del otro lado del sendero (Ficciones, Granada, España, 2006), Ventana adentro (Corregidor, 2009) y Escándalo en silencio (Corregidor, 2012). Ha desarrollado varias actividades literarias, tales como una disertación sobre “Literatura fantástica y realidad”, junto al escritor Juan Carlos Escalante. Imparte talleres y dicta conferencias para “Caras y Caretas” y otras instituciones desde 2005. Ha disertado en la Feria del libro desde el 2009 y para North Carolina University en 2012: “Borges, el otro, el mismo”.