Por Martín Retrovan.
La dimensión que han adquirido algunos artistas es de tal magnitud que muchas veces no favorecen al arte pero sí a la industria. Es importante reflexionar sobre el efecto que se quiere generar a nivel creativo y no perderlo en el camino.
La última visita de The Rolling Stones a la Argentina (Febrero, 2016), supuso que toda la parafernalia de la industria del concierto se ponga en marcha.
Los medios atentos por cubrir cualquier mínimo detalle, generan una expectativa desbordante, que nos hace sentir que si no vamos nos perderemos de algo que la vida nunca nos va a perdonar. Se ponen a la venta las entradas y el país explota, todo por una suma de dinero, que equivale al costo de asistir a 30 conciertos de buenas bandas del under argentino.
Meterse con el público que puede pagar una entrada de 300 a 500 dólares es algo fino, porque entre ellos están los que juntan moneda a moneda, como también a los cuales esos valores no representarán preocupaciones a fin de mes. Porque si vamos a pensar que el rock es para quien lo puede pagar, entonces deja de ser rock para pasar a ser otra cosa, aunque no es menester de esta nota debatir sobre el valor de los espectáculos; sabemos que aquellos que son de gran calibre tienen costos altos.
¿Pagaríamos para ver Kill Bill 1 y 2 durante 20 años?
Comprendemos cómo funciona el negocio y entendemos como gira la rueda. De todas formas pensemos el siguiente ejercicio: en otros tipos de arte, por ejemplo el cine o la literatura, ¿pagaríamos para ver Kill Bill 1 y 2 durante 20 años? ¿O compraríamos El Aleph de Borges todos los años como si fuese una novedad? Cuando comenzamos a medir el fanatismo en términos económicos solo contribuiremos a una cultura cada vez más sectaria. Por más admiración que tengamos por ambos, creo que ese comportamiento nos llevaría a un estancamiento como espectadores de ambas situaciones artísticas. No creceríamos, y volveríamos una y otra vez al mismo lugar.
La dimensión que han adquirido algunos artistas es de tal magnitud que muchas veces no favorecen al arte pero sí a la industria. Es importante reflexionar sobre el efecto que se quiere generar a nivel creativo y no perderlo en el camino.
Desde nuestra filosofía profesional, un artista ya sea en sus comienzos como en la cima de su carrera debería seguir buscando su fuego interior, ese que le indicó que su camino era en un escenario, por eso es nuestra tarea para todos los que trabajamos en la industria de la música poner nuestra experiencia a disposición de acompañarlos en esa búsqueda, incentivar y ofrecer desafíos tanto al artista como público.
Está claro que la creatividad no se compra en un supermercado y una obra necesita su tiempo, una etapa de creación y experimentación, una etapa de procesamiento, publicación y luego su natural maduración. Por lo tanto, desde aquí no quitamos mérito a una carrera longeva, al contrario, pero creemos que un artista debe ir renovando su paleta de colores, o al menos intentarlo, como por ej: Bob Dylan, Tom Petty, Gustavo Cerati o Enrique Bunbury, sólo por mencionar algunos pesos pesados de la canción en inglés y español, que con su trabajo diario y disco tras disco continúan buscando la eterna melodía. Habrá quienes digan que prefieren calidad a cantidad, y así explicar la escasa performance creativa de sus ídolos, nosotros preferimos motivar a los artistas a experimentar con nuevas ideas utilizando su propia creatividad, corriéndose de su zona de confort sin dejar de arriesgar.
Como productores independientes apoyamos a la industria, contamos con ella y comprendemos perfectamente que uno puede encontrar su hueco dentro de tamaña estructura, por eso vemos que es fundamental apostar por nuevos artistas, yendo a sus conciertos, compartiendo su material entre nuestros círculos y propiciando en el público la escucha de nuevos discos.
Apelando a la memoria de cuando éramos niños y llegaban a la ciudad los grandes espectáculos circenses, evento que nadie quería perderse, ocurre que de grandes buscamos repetir ese sentimiento, y así como crecer es experimentar nuevas situaciones en la vida, a veces es preciso dejar por un momento los recuerdos en aquel buen rincón de nuestra discografía, para darle lugar a nuevas y enriquecedoras experiencias con la música.
Es fundamental apostar por nuevos artistas, yendo a sus conciertos, compartiendo su material entre nuestros círculos y propiciando en el público la escucha de nuevos discos.
En la actualidad hay muchas formas de conocer y escuchar nueva música, desde plataformas online, festivales, bares y pubs, plazas, etc., aptas para todo tipo de oyente y presupuesto, nunca hubo tantas opciones como en la actualidad.
A todos los que nos apasiona este mundo, admiramos ver cómo vibran 4 tipos con sus guitarras, dándolo todo, conectando con el público, en un pequeño recinto, donde todavía un acople de guitarra es un acto de fe musical.
No todo lo que es buena música tiene que sonar necesariamente en un estadio, tal vez, a la vuelta de la esquina esté tu próxima canción.

Martín Retrovan
Colaborador
Martín Retrovan es productor musical, gestor cultural y Director en Retrovan Records. La propuesta de Retrovan Records engloba una plataforma integral de servicios para el desarrollo de artistas. Trabajamos continuamente en crear una red diversificada y actual en la comercialización de la música, con foco absoluto en los artistas y su obra, así como también generamos alianzas con productoras y estudios de radio y tv en Argentina y Europa. Nos gusta decir que nuestra misión es: “Conectar los puntos en la industria musical. retrovanrecords@gmail.com