Por Esteban Galarza.

La escena del Indie argentino se vio conmocionada con la aparición de la banda mendocina liderada por Mariano Di Cesare, Mi Amigo Invencible. El temblor que causa la banda tiene epicentro en paisajes internos íntimos que se vuelven colectivos: el pasado y la nostalgia.

“No hay mejor amor
Que el que ya pasó,
Se siente al decir adiós”.
Alfredo Zitarrosa

I

Hay un sentir que nace desde algún lugar del cuerpo que se activa cuando la música que emerge desde los auriculares invade todo el paisaje sonoro. Ese sentir hace lagrimear y al mismo tiempo hiende en el pecho. Es extraño de todos modos porque uno debería estar triste y sin embargo es algo distinto a la tristeza lo que ocurre. La música sigue sonando y transmitiendo frecuencias que de a poco van configurando un recuerdo seguido de otro. Entonces el cuadro en movimiento se completa cuando distinguimos que es la nostalgia lo que produce ese desamparo casi infinito. Del otro lado de la ventanilla del colectivo los árboles no son los mismos porque es otoño, las calles cambian porque es invierno, las personas parecen hechas de cristal y lágrimas porque es primavera, porque es verano.

II

La música sale de los parlantes e invade el cuarto. Todo está dispuesto de forma desprolija muy a pesar de la persona que habita el cuarto: libros de arte, biografías de jazz, literatura germana, argentina y francesa, discos apilados olvidados en un rincón, vinilos que aguardan en un estante. El cuarto nunca será de nadie y el dueño de los objetos lo sabe. La música lastima en el atardecer. Tal vez sea el sol desteñido que se aplasta contra el parquet o el fin de alguna conversación no del todo alegre que queda como hiato en el aire; o tal vez sea la música la que produce esa sensación extraña que llama a las lágrimas y a la semblanza de días viejos y desperdigados. La nostalgia invade el cuarto en el otoño que permanece en el cuerpo y se eterniza en el disco.

Pensar el pasado, ubicarse entre los recuerdos y lo que podría haber sido no es una actividad de los animales que viven en el eterno presente.

III

Y entonces es esa música la que configura semblanzas que se creían perdidas o superadas. La habilidad de la poesía engarzada en notas musicales es de los artistas más sutiles y sinceros. Los mendocinos de Mi Amigo Invencible (MAI) son en este caso los responsables de invadir el paisaje sonoro con melancolías de antaño. La reconfiguración del pasado en el arte de este compacto grupo de 6 amigos no hiede a copias mohosas de folklore o indie refrito, sino que hay una visión muy personal y particular del mundo en el que vivimos y una idea cada vez más fuerte de conocernos finitos y extinguibles. Entonces es cuando surgen las preguntas de si el camino recorrido fue el que debíamos transitar, de si todas las heridas que causamos y nos causaron no son lo que en verdad marca nuestro rumbo, o si fue una buena idea o no alejarse del lugar más cómodo posible y saltar hacia el desamparo que supone el arte.

IV

El 2015 fue un año de consagración para la banda que lidera Mariano Di Cesare. La edad de la inocencia fue dejada de lado y el predecesor de La Nostalgia Soundsystem (2013) vio la luz en octubre: La danza de los principiantes se volvió un hito importante dentro de los discos editados ese año, solo superado por Los amigo del eterno Luis Alberto Spinetta.

Lo que genera la música de MAI es la voluntad de regeneración del presente a partir del pasado.

Tras haber transitado unos años dentro de paisajes remotos y discos independientes los mendocinos intitularon a su última placa con el nombre de “principiante”. Hay una voluntad muy fuerte de no alejarse mucho del pago, del origen. Buscar quedarse en el principio es asumir en cierta medida que el tiempo es circular, que la linealidad en la que se perciben los cambios de la diacronía son aparentes. Nunca avanzamos, sino que nos repetimos de modos distintos, versiones en colores de los mismos aciertos y errores.

Intitulan también el disco con la palabra “danza”. El danzar responde a dos momentos de la historia de la humanidad contrapuestos pero que viven coqueteando entre sí: el rito y el juego, lo esquemático y lo vital. En el juego se confabula lo azaroso, el enfrentamiento entre dos en el que uno debe ganar y otro perder. Inclusive en una partida de cartas de solitario hay dos partes. Pero hay juegos que se conjuran para homenajear muertos, como los juegos en honor a Patroclo muerto en La Ilíada o los juegos de pelota Maya como primera instancia para conjurar a dioses cruentos. Es cuando el juego se vuelve automático y se ritualiza. El dios vivo aparece en el misterio de ambos momentos, el del azar del juego y lo automático del rito.

V

MAI completó la trilogía de El corpus del pasado con La danza de los principiantes. En los otros dos momentos la inquietud era la misma pero el ángulo desde el que se abordaba el problema cambiaba. En 2011 editaron Relatos de un incendio, en el que aún se respira una atmósfera de pago chico, de damajuana y folklore, hierba reseca del verano y una tempestad que amenaza quebrar lo que quede al finalizar el día. La calamidad estalla en el tema Salto de una habitación prendida fuego y se perfecciona en el tema En el estómago de la ballena, tema amorfo, épico y dividido en distintos tiempos que sirve de preaviso de lo que se vendrá en el siguiente movimiento, La Nostalgia Soundsystem. Del pago chico del inicio poco queda, solo la naturaleza que avanza como una filtración. El elemento preponderante en éste disco es el fuego, el que funciona como destructor y purificador, fin y principio, ouroboro en sí mismo.

El elemento preponderante del siguiente disco es en cambio el espacio vacío que debe ser llenado con algo, se debe evitar el nihilismo. Hay una afirmación schopenhaueriana que recuperó Werner Herzog, el director de cine alemán, y que late en el corazón de MAI: la humanidad no es la instancia final del mundo, solo somos un momento más. Con esa afirmación en la cabeza transcurre La Nostalgia Soundsystem. Sin embargo, en todo el disco la presencia que más se siente es la humana reflejada en los animales de nuevo vírgenes y salvajes. Porque hay una trampa en todo el disco: se intenta recuperar la animalidad post-humanidad, pero desde la nostalgia, y ese sentimiento es algo que solo puede desarrollar la mente humana. Pensar el pasado, ubicarse entre los recuerdos y lo que podría haber sido no es una actividad de los animales que viven en el eterno presente. El camino se vuelve lineal y sin saber hacia dónde llevará.

La humanidad no es la instancia final del mundo, solo somos un momento más.

VI

Y entonces es cuando en medio de la desolación, tras haber estirado los tiempos de la música hacia los extremos surge nuevamente la canción. El mensaje de La danza de los principiantes es que en el origen eran los Beatles. Las composiciones cambian su forma, se vuelven sonidos más reconocibles, recuperan la estructura clásica de canción. El espacio es reconfigurado: del pago chico al espacio infinito virgen para recaer en un viejo club social donde canta Edmundo, un anciano sobreviviente, el nuevo hombre de lo que quedó tras la catástrofe. El elemento también es otro, ya que del espacio vacío de La nostalgia soundsystem se reconfigura en torno a algo más amorfo e inasible en La danza de los principiantes: los recuerdos de Edmundo.

Todas esas decisiones estéticas avanzan sobre las inquietudes proustianas. En un marco de ritmos pop, y acortados en comparación a lo que habían compuesto en discos anteriores, se desarrollan historias recurrentes en el imaginario de MAI y en el de todas las épocas: el dicho que pesa sobre nosotros al pensar que todo tiempo pasado fue mejor.

Y es entonces cuando surge el nuevo engaño porque las composiciones son nuevas, el tiempo que se vive es éste y no aquel, y no por que se haga una semblanza de lo que fue se anula el hombre para ser lo que es ahora. Lo que genera la música de MAI es la voluntad de regeneración del presente a partir del pasado. En la canción está el juego y en el disco el rito sagrado. El futuro y lo que se haga con él es cosa de quien disponga su oído presto a escuchar la música.

Esteban Galarza

Esteban Galarza

Colaborador

Nació el 21 de abril de 1984 en José C. Paz, provincia de Buenos Aires. Estudió letras en la UCA y Periodismo en TEA, donde es profesor de dos niveles de Redacción Periodística. Fue redactor de revistas de cultura y rock entre los que se cuentan Caras y Caretas, Kundra, Yo soy la morsa, entre otros. Administra su blog Ciudad de neón y el fansite oficial de Facebook David Bowie Argentina.

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