Por Roberto Liñares.

Roberto Liñares nos acerca una historia desconocida de lo que fue y no llegó a ser: Una obra de teatro, una actriz, dos actores y un poeta moviendo los hilos en las sombras, Leónidas Lamborghini.

Sucedió en el año 2006. Un café fue arremolinando a Leónidas, con Patricia, luego Roberto Quienescribe y más tarde Alberto. Una obra de teatro con sustancia en el teatro de la obra de putrefacción creadora de Lamborghini. A esta altura “el viejo”, con sonoridad de nobleza. Algo así como Leónidas El Viejo.

Se fue gestando, primero con ideas débiles en una tabla con pocillos y después con acciones fuertes en las tablas de una sala teatral que alquilábamos en la calle Rodríguez Peña, cerca de Corrientes (me acuerdo por las pizzas gomosas y chorreantes de tomate castigados por mucho horno y para cuatro).

La obra de teatro se llamó de muchas maneras durante varios meses: “El Atril”; “Sitio”; “Oratorio en el páramo”; “Patmos”; “Réquiem”; “Crimen y milagro en el atril dorado”; “Tres en Patmos”; “Tríptico de Patmos”…

La obra era de materia incandescente. Deliberadamente se empezó a ensayar sin estar terminada y daba la sensación que ese era el principal motor de los encuentros y del esfuerzo: el vertiginoso inacabamiento, donde se fundía el metal de anteriores temas, poemas y libros de Leónidas.

Por citar sólo algún tema: la Primera Carta de Pablo a los Corintos, Capítulo 1, Versículos 18 al 25 (“La locura de la cruz”).

Por citar sólo algunos poemas “Hablando solo”; “Dados”; “Leyendo el diario”; “Bíblica”; “Seol” (este último la famosa reescritura del Himno Nacional Argentino”)… todos ellos incrustados en la voz de los actores.

Por citar sólo (y más bien la atmósfera de) algunos libros: “Verme” “Carroña ultima forma”…

Las citas de Kierkegaard (“Temor y Temblor”, “Frygt og Baeven”), el réquiem de Verdi, la tocata y fuga de Bach, un final con música pop y los diversos fragmentos que saltaban, se ponían y anteponían febrilmente para que los tres poetas discípulos de la milicia popular de Lamborghini, devenidos en actores de este artefacto, rotaran y giraran como derviches atorrantes hasta el cansancio, ante los ojos viscachondos, risoteantes y picardientes del autor mentado.

Ni qué decir del final, que se contorsionaba como el fuego, entre la tragedia, lo grotesco, la locura y el abismo.

Aparte de lo dicho, muy pocas cosas no cambiaron. Una pieza en tres cuadros dedicada a Patricia Sibar, Roberto Liñares y Alberto Sarli. Siempre fueron tres actores (aunque en algún momento quisimos convencer infructuosamente a Leónidas para que se subiera a escena, aunque sea a leer estáticamente, o a simplemente estar).

No más que tres actores entonces: Mujer (Patricia), una mujer de la vida, una Magdalena pintarrajeada y vestida como una puta- donde había pequeñas partículas de la despreciada y perseguida Evita- quiere nacer de nuevo por el amor; Hombre 1 (Alberto), un marginal de traje rotoso, un reposicionamiento del Erdosain arltiano, en lucha por vencer su propio límite de esterilidad e impotencia; y Hombre II (Roberto), un profeta poseído del fin del mundo, un místico buscador de la Verdad, con empaque apostólico. Todos corriendo hacia el Absoluto, como hacia el horizonte.

Con estos últimos datos hay pistas para los conocedores de la obra de Lamborghini, como para los que recién se asoman a la misma. Patmos, la isla donde el Apóstol Juan soñó el Apocalipsis, la sombra de Pablo, el loco de Dios, el drama creativo del Odiseo confinado, la primera mujer, la primera yegua: Evita.

Ni qué decir del final, que se contorsionaba como el fuego, entre la tragedia, lo grotesco, la locura y el abismo.

En una frase hecha diré que no pienso contar el final. Pero por las siguientes dos razones:

Primero:

Después de un veloz comienzo, por muchas razones cuya exposición alargarían este artículo, no nos reunimos más. Nos separamos de la iniciativa. Don Leónidas fue torciendo también para otros rumbos. Todo quedó tangueramente en la nada. Cada tanto nos mentíamos queriendo retomar. Como siempre. Y a todo esto se había enfriado el magma sin llegar, por poco, a una obra concluida oficialmente. Ahora hay que encender otra vez el fuego, armando y revisando todo, sin falsear la intención del autor, que ya está muy lejos. Nosotros aportábamos climas, derivas, pero no letra. Ahora hay que rearmar en fidelidad con la presencia del ausente, que se empecinó, desde hace unos años, en no agregar caos. Y el final, rígidamente hablando, falta, por eso no se puede contar.

Segundo:

No quiero contar ningún posible final porque tengo la secreta esperanza de que alguien edite y represente esta obra de Leónidas Lamborghini, única en su morfología, ya que no es una pieza como “Perón en Caracas”, estrictamente teatral, ni es obra poética puesta en escena, aprovechando la profusión de personajes que atraviesa el universo lamborghiniano. En este caso verdaderamente original, es una obra teatral hecha con material poético y obsesiones temáticas, todo trabajado con unívoca intensión dramatúrgica.

Todo quedó tangueramente en la nada. Cada tanto nos mentíamos queriendo retomar. Como siempre.

Cumplido el décimo aniversario del evento, sin ser escuchado por quienes son custodios, de una u otra manera, de la obra del vate de Villa del Garque, he decidido a través de esta nota, a hacer memoria, verdad, justicia y público mangazo, para que yo no llegue a estar acostado, como estuvo Leónidas Carlos Lamborghini en una sala de la Biblioteca Nacional el 13 de noviembre de 2009, sin ayudar a que esta piecita del citado Leónidas El Viejo, se vaya de mis impropias manos y salga a la luz, incorporándose al caudal de este único de la poesía argentina.

Roberto Liñares

Roberto Liñares

Colaborador

(1955, Buenos Aires) Poeta. Sus obras han sido publicadas en distintas revistas, y formado parte de numerosas antologías. Ha recibido varios premios (Biblioteca Belisario Roldán, Departamento de Extensión Universitaria de la Facultad de Derecho, Club Banco Provincia, Central de los Trabajadores Argentinos, Secretaría de Cultura de la Asociación Bancaria, etc.). Participa en distintos recitales y “performances”.

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