Por Carolina Catalano.

Porque el arte es acción, en la Escuela de Música y Artes El Árbol, de La Cumbre, pusieron el arte a hacer el bien.

Tengo la teoría de que el amor es acción; que el arte es acción, porque quizás –elucubrando y lejos de definiciones cursis- en parte, no sea más que otra manera que tiene el amor de mostrarse, que sea una forma más de las infinitas e innombrables que tiene el amor de ser entre todas las cosas.

También tengo la teoría de que a las palabras se las lleva el viento y de que los hechos valen más que mil palabras y que lo que vale no son sólo las intenciones, por más buenas que sean: el arte es acción, o no es.

Desde hace ya medio año, B. y yo, tenemos nuestra Escuela de Música y Artes: El Árbol, acá en La Cumbre, Sierras de Córdoba. Un árbol que crece, que se mantiene fuerte y que pasó estoico el otoño y está pasando el invierno tan verde y esperanzado como empezó el verano, literal y metafóricamente.

El arte es acción, o no es.

Siempre supimos que la música cura. Siempre supe que el arte entretiene las pesadillas y a los fantasmas y crea sueños nuevos, saca los trapitos al sol y nos deja con una sensación de estar listos para respirar el mundo como una casa que amanece y abre todas las ventanas para dejar que los aromas, los sonidos y la vida sean parte de sus días.

La música, la literatura, el arte, mientras nos comunica permite que veamos al otro en su real dimensión porque si es genuino, conecta. Conecta y no deja la opción de mirar hacia otro lado.

Por eso, en este año tan complicado para la vida de la gente, como el arte es acción y por definición debería darse por sobreentendido que el arte tiene (también) como función hacer el bien, es que empezamos a darle vueltas a una idea. Créanme que fue difícil buscar el tipo de discurso, las palabras exactas y las formas de promoverlo para lograr que los que se sientan convocados e interpelados no lo confundan con demagogia. Creo que, al final, lo logramos: que el arte haga bien por sí mismo y en todas sus esquinas. Las ramas de un árbol que conectaran dos situaciones distintas y que nosotras desde la Escuela fuéramos las que las pudiéramos sostener.

Como dice Julio (Cortázar): un puente no se sostiene de un solo lado.

La idea fue crear, promover una acción que no fuera solidaria por sí misma, sino que fuera un intercambio genuino y honesto de necesidades en las que el arte fuera al centro y la razón por la que la gente estaba dispuesta a hacerse bien y a hacer bien. Porque, como dice Julio (Cortázar): un puente no se sostiene de un solo lado. Así, de la manera en que honestamente suelen aparecer y crecernos las ideas, surgió el Ensamble vocal, libre y gratuito, que sustentará la Heladera Comunitaria. Funciona de la siguiente manera: el que quiere venir a cantar al Ensamble Vocal de El Árbol solo tiene que colaborar con nuestra Heladera Comunitaria con los alimentos que pueda y desee y la gente que quiera buscar esos alimentos solo se acerca a nuestra heladera y se los lleva a su casa. Así, sin dinero de por medio, sin heroísmos de ninguna de las partes. Casi un trueque, un intercambio de ganas y buenas voluntades y en medio, la música alimentando toda esta historia.

Estamos orgullosas y felices, porque este círculo no puede más que retroalimentarse y crecer mientras la música siga sonando.

Carolina Catalano

Carolina Catalano

Colaboradora

Vivo en La Cumbre, Sierras de Córdoba. Soy una observadora curiosa y atenta del mundo que me rodea y una disfrutadora esperanzada de la vida y de las cosas. Soy muchas y en simultáneo, soy bioquímica, cantante de blues y jazz, guitarrista, fotógrafa, música y poeta. Actualmente dirijo con mi socia la Escuela de Música y Artes “El Árbol”, aquí en La Cumbre. Mi blog: www.animalpoetico.blogspot.com

Share This