Por Marina Cavalletti.
Con la edición de otra nóvela póstuma, Roberto Bolaño vuelve a ser noticia. Se sabe que es un gran novelista: Los detectives salvajes es, para muchos, una obra de culto. ¿Pero cuánto se conoce de la faceta lírica del chileno? Aquí nos detendremos en su tercer libro, Los perros románticos, donde un arpegio se abre sobre la figura del poeta: es héroe, perro/burro, detective.
Una América regada de dictaduras atroces encontró a un Bolaño de izquierda de vuelta en México. Había habitado el DF y recorrido gran parte de América Latina. Volvía a tierra azteca para fundar, junto a Mario Santiago, Bruno Montané y un grupo de poetas rebeldes, un movimiento vanguardista, precedido por el peruano Hora Zero y con algunos ecos del estridentismo de Maples Arce.
El infrarrealismo alberga las primeras creaciones poéticas de Bolaño y surge para oponerse al campo intelectual dominante, ocupado por los poetas difundidos y sostenidos por el Estado. La figura más visible era Octavio Paz. Una de sus metodologías era la de irrumpir en recitales poéticos o presentaciones de libros que eran solemnes demostraciones de la cultura oficial.
El manifiesto infrarrealista de 1976 muestra el compromiso del intelectual que no se halla en el centro del campo dominante y se inscribe en la historia dentro de ella, como sujeto actuante. «Nuestra ética es la Revolución, nuestra estética la Vida: una-sola- cosa», afirman. En este contexto emerge una de las primeras concepciones: la del poeta héroe.
Buscando superhéroes
«El poeta como héroe develador de héroes, como el árbol rojo caído que anuncia el principio del bosque» escribe Bolaño en el manifiesto infrarrealista. Así, el poeta es el héroe del proletariado sin fiesta, que da pelea mientras aquellos de la cultura dominante dicen “son tiempos duros para la poesía, tomando el té, escuchando música en sus departamentos”.
Según Patricia Espino: “El poeta es un héroe, aunque se trata de una heroicidad siempre degradada. Sin embargo este héroe menor tiene la capacidad de generar mediante sus micropolíticas de vida, de creación, heroicidades menores o subalternas”. Esto es: saber que la batalla está perdida y sin embargo oponerse a la lógica de la dominación.
Así lo expresa Bolaño en los versos finales de Visita al convaleciente:
se agazapan la gran advertencia y el gran perdón,
aquello innombrable, parte del sueño, que muchos años después
llamaremos con nombres varios que significan derrota.
La derrota de la poesía verdadera, la que nosotros escribimos con sangre.
Y semen y sudor, dice Darío.
Y lágrimas, dice Mario.
Aunque ninguno de los tres está llorando.
En este sentido, el poeta sabe que está destinado al fracaso, pero tiene el deber de luchar y lo hace. En Bolaño la poesía toma a la revolución y la política, en el contexto de post boom, en una América donde toda actividad se veía como parte de la política. Vida, Revolución, Ética eran todas consignas adrede mayúsculas que el poeta enarbolaba más allá del triunfo o el fracaso y esa es su verdadera victoria.
Los infrarrealistas afirman: «Nuestra ética es la Revolución, nuestra estética la Vida: una-sola- cosa»
El Sherlock Holmes latinoamericano
Otra de las formas que adquiere el poeta en la obra de Bolaño es la del detective. En Los perros románticos, se lee:
Soñé con detectives helados en el gran
refrigerador de Los Ángeles
en el gran refrigerador de México D.F.
Y en Los detectives:
Soñé con un caso difícil,
vi los pasillos llenos de policías,
vi los cuestionarios que nadie resuelve,
los archivos ignominiosos,
y luego vi al detective
volver al lugar del crimen
solo y tranquilo
como en las peores pesadillas,
lo vi sentarse en el suelo y fumar
en un dormitorio con sangre seca
Aquí, una interpretación posible nos permite pensar que aquel crimen, el delito irresuelto tiene que ver con la derrota de la poesía verdadera. Después de todo, el poema es un viaje y el poeta un héroe develador. El sueño de la revolución se convierte en pesadilla.
Animal poético
El chileno insiste con su perspectiva en una serie con investigadores latinoamericanos de ojos abiertos, para evitar sueños teñidos con el espanto de la época, y completa su serie de analogías con el poeta como perro. Según Tulio Mora: “El eje central de Los perros románticos es precisamente esta dicotomía del sueño y la pesadilla en la que se mueven perdedores y marginales, ‘perros’ callejeros contagiados por una peste incurable, pero perros también por su fidelidad al sueño. (…) el autor convoca el deseo que sabe irrealizable y en esa condición se convierte en materia poética”
Así, el poeta y el perro recorren sitios similares de marginación y purificación:
En el camino de los perros mi alma encontró
a mi corazón. Destrozado, pero vivo,
sucio, mal vestido y lleno de amor.
En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie.
Un camino que sólo recorren los poetas
cuando ya no les queda nada por hacer
La senda de los perros parece infernal. La característica clara del poeta es la de la fidelidad. El perro- justamente- fiel amigo del hombre. El poeta perro, fiel a la Revolución. El perro, por supuesto, también ladra. Asusta a la literatura de turno, alerta sobre personajes marginales que existen pero que la cultura y la poesía oficial niegan. El poeta de Bolaño “ladra” para lograr una revolución política y poética en los márgenes de la burguesía.
El poeta de Bolaño “ladra” para lograr una revolución política y poética en los márgenes de la burguesía.
Entonces la tipología de los poetas en Bolaño deja entrever las distancias sociales entre las clases. El poeta infrarrealista habla de quienes están fuera del sistema porque él mismo viaja en las cercanías de un universo literario y político que lo segrega. Pero el poeta de Bolaño no quiere pertenecer a ese cosmos, quiere modificar el cosmos, expandirlo y darle nuevas fronteras.
En ese poema, la analogía puede extenderse hacia la figura del burro:
veo la moto negra, como un burro de otro planeta,
partir en dos las tierras de Coahuila.
un burro de otro planeta
que es el anhelo desbocado de nuestra ignorancia,
pero que también es nuestra esperanza
y nuestro valor.
Un valor innombrable e inútil, bien cierto,
pero reencontrado en los márgenes
del sueño más remoto,
en las particiones del sueño final,
en la senda confusa y magnética
de los burros y de los poetas.
Al referirse a “la senda magnética de los burros y los poetas” el autor alinea tanto a los poetas como a los burros en el mismo verso y les otorga cierta similitud. Este último componente de la tipología refuerza la idea del poeta como antipoeta. La trilogía de Bolaño está signada por el fracaso. Ahí está la verdadera conquista de la poesía del chileno. A partir de él, de ese poeta con sus frustraciones a cuestas, es que la poesía, redefine sus límites y es una piedra en el zapato de la cultura oficial, como toda vanguardia que se precie de serlo.

Marina Cavalletti
Colaboradora
Es Magíster en Escritura Creativa por la UNTREF, profesora de castellano, Literatura y Latín y Técnica profesional en música. Además, es corresponsal de El Tribuno de Salta desde 2005. Colabora con medios independientes como periodista y correctora. Dio clases en la UBA, “El Alicia” y el IUNA. Es profesora en la UNDAV. También es compositora y poeta. Ama la radio y el folklore. Desde junio coordina el ciclo “Brote poético”.