Por Julieta Desmarás.
Los buenos aires se sienten un viernes casi vacío de enero. Llego antes al bar porque tengo un poema en la garganta y lo debo bajar. Escribo unos versos en mi mesa y noto lo marrón que es todo el espacio. Faltan colores. Por suerte irrumpe la luz con la llegada de mi entrevistada.
Ornella Pocetti (Bs.As, 1991) es artista visual, estudió en el IUNA la licenciatura en artes visuales y se formó en distintos talleres de pintura y dibujo con Nahuel Vecino, grabado con Delfina Estrada y cerámica con Clara Díaz. Trabajó asistiendo al artista Diego Gravinese. Actualmente se encuentra realizando clínica con Andrés Labaké y asistiendo a Leandro Erich. Sus pinturas fueron exhibidas en diversas galerías y museos. Forma parte del colectivo artístico «Viento Dorado» y realiza ilustraciones para la editorial infantil «Muchas Nueces».
Lamás Médula: ¿Recordás cómo fue tu primer acercamiento verdadero a la pintura?
Ornella Pocetti: Desde muy chica me gustaron las pelis, el arte en general. Hacía danza. Siempre dibujé y pinté desde un lado más lúdico. Después en la primaria tuve una maestra de plástica que me copó que se llama Marcela Sinclair y tomé clases con ella. Durante la secundaria si bien seguía pintando, abandoné por un tiempo esa faceta y después me metí en el IUNA. Así que es algo que tenía muy incorporado.
LM: ¿Tenés una rutina de trabajo?
OP: Más o menos. Depende. En épocas de muestras, sí. Me gustaría mucho tener una rutina más establecida de pintar y dibujar todos los días. Es algo que admiro de todos los pintores pero la verdad es que no lo hago siempre. Ahora estamos preparando una muestra de uno de los colectivos de arte que encaro y nos venimos reuniendo todas las semanas.
En los talleres y en el IUNA la mayoría son chicas y eso no se ve reflejado en el mainstream del arte.
LM: ¿De qué manera seleccionas/te impactan los materiales a la hora de crear?
OP: A mí, hay algo del fetichismo del material que me interesa. Me gusta mucho jugar con distintos tipos de pinturas y materiales. Pruebo. Hice grabados, cerámica, escultura, pintura. En general con lo que más trabajo es con óleo pero la verdad es que exploro mucho. Me interesa ver qué se puede hacer con diferentes texturas que van apareciendo.
LM: La mujer todavía lucha por su espacio en todas las ramas de la vida, el arte es uno. ¿Cómo ves el rol de la mujer en el arte?
OP: Hay disciplinas en donde tal vez se nota más la falta de un grupo de chicas, como en la política, por ejemplo. El arte refleja lo mismo que la sociedad. Falta laburar un millón de cosas. Una vez que empezás a ver ciertas injusticias lo ves en todo los ámbitos. Además es muy loco lo que pasa: cuando entré al IUNA, o inclusive cuando asistí a otros talleres, la mayoría de los estudiantes éramos mujeres y después el reconocimiento no siempre aparece. Son todos pibes. O los premios más tradicionales que se otorgan -¿a quién premian?- todos señores de sesenta. Pasa mucho eso y genera un cortocircuito raro porque la mayoría son chicas y eso no se ve reflejado en el mainstream del arte. Igualmente hay un avance, de hecho mi muestra individual fue en una galería donde sus dueñas eran mujeres; mi colectivo también está formado por artistas mujeres. Hay pequeños avances pero falta un montón.
LM: La mujer para poder luchar primero debe ser noble con la mujer. Hay una frase del escritor y pintor John Berger que dice «Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se miran a sí mismas siendo miradas. Las mujeres encuentran constantemente miradas que actúan como espejos, recordándoles qué aspecto tienen o deberían tener.» ¿Qué conceptos consideras que habría que erradicar y que se podrían concientizar a través de las artes?
OP: Yo creo que hay cosas que están peor, como que hay una especie de crisis del capitalismo que es más sutil. Quizás antes era más fácil; la mujer era ama de casa y se rompía con eso. Ahora, en cambio, las exigencias son mucho peores. Ahora no solamente esperan que seas ama de casa sino también profesional, linda… Y sigue siendo una imposición, tal vez más sutil pero peor. Me parece que hay varias cosas que hay que erradicar e intentar abolir cierta clasificación que viene preestablecida socialmente hace décadas. Lo que sí rescato es que hay más conciencia ante hechos que antes estaban lamentablemente naturalizados. El arte es una herramienta de transformación. La cultura baja línea.
LM: Colaboraste con un flyer para la marcha Ni una menos, ¿cómo fue dicha experiencia?
OP: El flyer lo hice para la editorial que tenemos junto con la coorporativa y solemos subir flyers de ese tipo. Es decir, apoyando causas que nos parezcan e identifican. En este caso, me puse al hombro esta causa y me encantó hacerlo y me encantó que haya tenido repercusión y eso es lo más. Un montón de chicas lo compartieron a través de las redes sociales y me re gusta ese tipo de solidaridad que surge entre mujeres.
El arte es una herramienta de transformación. La cultura baja línea.
LM: Por último, ¿qué proyectos se avecinan?
OP: Si bien tengo mi obra individual, también ilustro para una editorial infantil y formo parte de un colectivo llamado Viento Dorado con dos chicas más. En abril vamos hacer una muestra en el CC Matienzo. También tengo pensado hacer una muestra individual durante el año.

Julieta Desmarás
Colaboradora
(1982, Buenos Aires) Gran parte de su infancia y adolescencia la vivió en el sur argentino. Redactora cultural. Desde el año 2007 administra su blog: De las hojas al hormiguero. Colabora para diferentes revistas de música & cultura. Asistió a talleres dictados por reconocidos escritores y poetas. En 2014 editó su primer poemario El río y su cajón con Editorial Alción. Actualmente está próxima a editar su segundo libro de poesía y una obra de teatro.