Por Lucila Lastero.

En Salta, los corsos tienen una significación especial para personas y comunidades que esperan con ansias ese momento del año para manifestar su arte y su cultura. La comparsa “Los Caballeros de la Noche”, agrupación de mujeres transexuales que, desde 1984, desafía las estructuras estrictas de una sociedad tradicional y fundamentalmente religiosa, está hoy dirigida por Mary Robles, miembro fundadora, quien sobrevivió a una vida de pobreza, discriminación y prostitución.

Desde que, a los 13 años, el enojo injusto de una patrona la separó para siempre de su novio, supo que la vida y el amor no serían fáciles para ella. En esa época ya había dejado la escuela después de que el director, espantado porque la había visto con pollera y maquillaje, le había recriminado que se vistiera como hombre. Mary Robles, conocida en ese entonces como Marcelo Francisco Robles, trabajaba haciendo tareas domésticas para sobrevivir. Un día, la mujer que la empleaba, le pidió que saliera a comprar pan y algunas cosas de limpieza. En el camino, Mary se cruzó con un patrullero que la obligó a detenerse. Según los policías, ella era un hombre que, alterando las leyes de la moral y las buenas costumbres, se paseaba por la calle vestido de mujer. La llevaron presa sin darle tiempo a contarle a su patrona que no podría volver a trabajar por un par de días. La señora, furiosa y pensando en una fuga, decidió vengarse delatándola frente a la madre de su novio. “Mire, señora, su hijo anda con un travesti, con un puto”, dijo la patrona mientras Mary, recién salida de prisión, avergonzada y recuperándose de los golpes, la escuchaba desde la habitación del fondo. La madre del chico reunió a su hijo y a Mary y, sin poder salir todavía de su estupor, les dijo que aquella relación tenía que terminarse, cómo ella iba a permitir un romance de putos bajo su mismo techo. Mary dejó la casa con el corazón roto. Nunca más volvió a ver al muchacho.

Desde ese hecho, pasaron casi 50 años. Ahora es febrero de carnaval y de corsos en la ciudad de Salta, y Mary termina de darle los últimos toques a su traje de Cruella de Vil. Se prepara para otro desfile de la comparsa Los Caballeros de la Noche. La temática de este año es “Reinas malvadas de todos los tiempos”. Por eso, desde temprano, estuvo intercambiando mensajes con sus compañeras, para mostrarse cómo habían quedado los personajes, después de horas de producción. El grupo de Whastapp se llena de fotos: Hiedra Venenosa, Maléfica, la Reina de Corazones. Hoy Mary es una mujer pero, para que todos lo reconocieran, tuvo que recoger y cargar sobre sus espaldas las rocas que fue encontrando en el camino.

Estela atendía una pizzería y su belleza y su manera de vivir en un cuerpo transexual captó la atención y la admiración de Mary, quien soñó con imitarla.

Su madre había llegado desde un pueblo chiquito del interior de Salta y trabajaba limpiando casas. Mary cursó la escuela primaria en el Hogar Escuela, una institución creada para niños de familias pobres, que no pudieran darle a sus hijos una comida nutritiva ni una cama lo suficientemente cómoda. En esos tiempos, Mary era un niño que se paseaba por los alrededores de la Plaza 9 de Julio con su cajita lustradora de zapatos. Un día conoció a Negra Estela. Mary tenía 9 años, y Negra Estela era una mujer transexual que ostentaba su feminidad con particular elegancia y belleza. No tenía siliconas ni retoques porque en los 60 recién estaba asomando la tendencia de cambios e intervenciones corporales cuya fama explotaría en los 80. Estela atendía una pizzería y su belleza y su manera de vivir en un cuerpo transexual captó la atención y la admiración de Mary, quien soñó con imitarla.

A los 13 años, Mary tenía el aspecto de una adolescente de belleza angelical. Entonces comenzaron los conflictos. Cuando no le permitieron más la entrada al colegio, comenzó a rondar de casa en casa haciendo tareas domésticas. Por las noches, salía a buscar clientes. En “la calle”, como llama Mary al ejercicio de la prostitución, comenzó a conocer chicas que eran igual que ella, otras “maricas”. Los abusos, la explotación, el hambre y el frío que a veces sufría, tenían su contracara en la contención que recibía de sus compañeras.

A los 16 años, conoció a Pocha. Era una mujer transexual elegantísima, que lucía telas, bordados, lentejuelas, pelucas y bijouterie imposibles de conseguir en ese entonces en una ciudad como Salta. Su nombre artístico era Daisy La Mar. Ella y su hermana eran prostitutas y trabajaban en el Bajo Chico, hasta que la situación se puso difícil y un día tuvieron que cambiar la prostitución por el tarot. Pocha, con el tiempo, terminó ingresando en política de la mano del gobernador Romero, y abandonó su apariencia de mujer para convertirse en el profesor Claudio.

Pocha fue una persona decisiva en la vida de Mary, porque fue quien la introdujo en el mundo de los corsos, del carnaval. Mary comenzó a desfilar en la comparsa Arde París, dirigida por Pocha, en 1977, cuando tenía 16 años. El grupo estaba constituido por una hermandad de chicas transexuales que durante el resto del año se prostituían en las calles y, durante las noches de carnaval, desfilaban con vestidos brillantes de perlas, sedas y encajes, ganándose el aplauso y la admiración de un público fundamentalmente familiar. Al gobierno de facto no le gustó la práctica y mucho menos el nombre, y censuró a Arde París, al principio completamente y luego permitiéndole desfilar bajo cumplimiento de una infinidad de condiciones y permisos, con días y horarios limitados.

Una hermandad de chicas transexuales que durante el resto del año se prostituían en las calles y, durante las noches de carnaval, desfilaban con vestidos brillantes de perlas, sedas y encajes.

El 84 y la democracia invitaban al regreso. Susana Sosa, conocida durante el día como el peluquero Víctor Hugo, y durante la noche como Bambilú, llegó desde Bolivia y se puso al frente del emprendimiento, junto con Mary Robles y Leo Martínez. Había que reflotar la agrupación y volver a brillar en los corsos. Uno de los problemas era el nombre. La comparsa tenía que denominarse de una manera significativa, refinada y que no llamara tanto la atención. La idea de ponerle “El regreso de Arde País” fue descartada enseguida por considerarse una provocación demasiado explícita a la autoridad. Por ese entonces, Susana Sosa estaba leyendo un libro que se llamaba “Los caballeros de la noche, profanadores de tumbas”, y que contaba el caso de la banda delictiva de Buenos Aires que, a fines del siglo XIX, se había propuesto robar cadáveres de personas adineradas, enterradas en el cementerio de Recoleta, para cobrarles fortunas de rescate a sus familiares. Susana consideró que ese era el nombre perfecto para el grupo: Los Caballeros de la Noche.

 

Con el correr del tiempo y el crecimiento de la fama de la agrupación, las significaciones de ese nombre se fueron reforzando. Mary cuenta: “En esa época solo se nos veía a partir de las 20 y hasta la madrugada. Íbamos desapareciendo a medida que llegaba el amanecer, no podíamos exponernos más porque corríamos peligro”. Los Caballeros de la Noche eran las mujeres transexuales que se ocultaban tras el manto de la oscuridad. Pero durante el tiempo de carnaval, de corso, la noche se transformaba en ese lugar que se volvía amable, que las recibía con un abrazo de madre y que las mostraba al mundo. Las mismas mujeres que durante el resto del año se escondían de las miradas discriminadoras y huían de la policía, durante las lunas de los corsos, en cambio, eran admiradas, aplaudidas, premiadas. Valía la pena esperar todo el año y no descuidar ni la mínima lentejuela de los trajes que usaban. Durante los corsos eran felices, porque por fin eran ellas mismas sin que nadie las cuestionase.

Las mismas mujeres que durante el resto del año se escondían de las miradas discriminadoras y huían de la policía, durante las lunas de los corsos, en cambio, eran admiradas, aplaudidas, premiadas.

Mary tuvo tantas entradas a la cárcel que no recuerda cuántas. Sin embargo, no se va a olvidar más de aquellas veces en las que fue abusada y humillada al extremo, como cuando la llevaron al patio del penal y la desnudaron y le cortaron el pelo en público, mientras los presos gritaban desde las ventanas que la soltaran, que era demasiado. “A pesar de todas las cosas que me pasaron, nunca me bajé de los tacos aguja”, dice sonriendo.

A los 50 años, Mary fue la primera persona transexual de Salta en obtener su DNI. Tuvo varios cargos importantes en el ámbito político de Salta, como asesora del gobierno y coordinadora de ATTTA filial Salta (Asociación de travestis, transexuales, transgénero de Argentina). Pero el cargo que más la enorgullece es el de directora y miembro fundadora de Los Caballeros de la Noche.

Mary está un poco enojada este año porque, otra vez, como tantas, los organizadores del corso programaron el desfile de la comparsa para el final. Es que tienen miedo de que la exuberancia de los cuerpos y los trajes pueda dañar la moral de los ciudadanos de una sociedad tan tradicional y religiosa. Mary no va a decaer por eso, termina de vestirse y de maquillarse como Cruella de Vil y se prepara para brillar en el corsódromo. A su paso, el animador anuncia desde los parlantes: “La señora Mary Robles, directora y fundadora de Los Caballeros de la Noche”. La gente la aplaude y ella sonríe feliz.

Lucila Lastero

Lucila Lastero

Colaboradora

Nacida en la provincia de Buenos Aires en 1978. Radicada en Salta desde su niñez. Se recibió de Profesora en Letras y de Magister en Estudios Literarios en la Universidad Nacional de Salta. Es docente de Literatura en instituciones terciarias y universitarias de la provincia de Salta. Publicó libros de poesías, de cuentos y una obra de teatro.

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