Por Martín Camps.

Nylsa Martínez, nacida en Mexicali en 1979, es narradora. Reside actualmente en Los Ángeles, California. Martín Camps la entrevistó en exclusiva para Lamás Médula.

Durante los últimos años ha sido incluida en revistas literarias como Párrafo Magazine, revista del Departamento de Español y Portugués de UCLA, en Los Angeles; la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea por la Universidad de Texas y Rio Grande Review, A Bilingual Journal of Contemporary Literatura & Art,  ambas en El Paso, TX.; Huizache, The Magazine of Latino Literature por University of Houston-Victoria y Bengal Lights por University of Liberal Arts, en Bangladesh.

Cuenta con las colecciones de cuento: Roads (2007), Editorial Paraíso Perdido; Tu casa es mi casa (2009), Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) e ICBC; Un patio más amplio (2014), Editorial Paraíso Perdido; Cama de rosas (2015), Editorial Molossus en Los Ángeles y Afecciones desordenadas (2016), Editorial Artificios. Además, sus cuentos aparecen en diversas antologías publicadas en México y Estados Unidos. En 2008 obtuvo el Premio Estatal de Literatura en Baja California y durante 2011-2012, fue  becaria dentro del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA).

Lamás Médula: Puedes hablarnos de tus inicios como escritora. ¿Qué temas o personajes te interesan? ¿Por qué escribes?

Nylsa Martínez: Yo comencé a escribir o a idear historias, desde los doce o trece años. Ahora que pienso un poco sobre mi infancia, estoy segura de que los principales detonadores surgieron allí: el clima extremoso de mi ciudad que imponía estar resguardados al interior de la casa, la inmensa cantidad de tiempo que yo estaba solita,  los recursos que tenía a la mano para “entretenerme” que no eran ni la TV, ni los videojuegos, las escasísimas o nulas vacaciones que alguna vez tuve. Todo se reducía a lo que ocurría en mi casa y en la ciudad. Pienso que eso me llevó de manera natural a escribir. Yo era alguien con muchas preguntas, con inquietudes, sobre todo, quería saber: ¿Cómo podría ser el mundo más allá de mi entorno? Y también: ¿Por qué las personas eran como eran? ¿Por qué se comportaban de tal o cual forma? Y sigo igual, ahora ya, después de haberme aventurado al mundo, de yo misma haber roto con muchas fatídicas predicciones familiares, sigo intentando hablar de eso, de las personas, de eso que ocurre dentro de ellas y que las llevan a resolver sus tragedias, a sobreponerse a sus inseguridades y reinventarse cuando pareciera que el guión de su vidas ya está dado. Y todo esto, en el contexto de lo más cotidiano, de eso que le es cercano a cualquier persona común.

Todo se reducía a lo que ocurría en mi casa y en la ciudad. Pienso que eso me llevó de manera natural a escribir.

LM: ¿Te consideras como escritora de Mexicali? ¿Qué significa escribir desde esta frontera, particularmente ahora que se habla de un muro?

NM: Sí, me considero escritora de Mexicali, respecto al hecho de que hay innumerables referencias en mi propia escritura que tienen su origen en esa ciudad. Sin embargo, pienso que las historias, más allá de su ambientación geográfica tienen elementos que son universales y con los cuales, todos los lectores se pueden identificar. Ahora que se habla del “muro”, todas las personas discuten acaloradamente sobre la frontera, se apasionan y emprenden campañas. Yo lo entiendo pero me sorprende un poco que no fueran conscientes de que ese “muro” ya existe, siempre ha existido. Y los que vivimos en frontera sabemos que ese muro es poroso, que se navega en ambas direcciones. Los de allí, somos producto del sincretismo en muchos aspectos. Me escandaliza un poco el que la gente hasta ahora esté sorprendida de que existe una frontera física llamada “muro” con el país vecino y se oponga a su construcción. ¿Cuál construcción?, nos preguntamos. Estaba allí desde que yo nací. Yo he sido testigo de cómo a través de los años se le han ido añadiendo porciones de cerco. Creo que la discusión va más allá de eso.

LM: ¿De cuál cuento tuyo te sientes más orgullosa y por qué? ¿Puedes describir a los lectores la anécdota y qué dificultades encontraste al escribirlo?

NM: Es difícil responder. Me siento orgullosa de casi todos mis cuentos porque en su momento eran el mejor producto de lo que yo era capaz en ese tiempo y estaban conectados con intereses que me era imposible postergar. Una seccioncita de un cuento (Los afectos desordenados) del cual me siento muy orgullosa, es la que relata el trayecto en avión, un jet de dos plazas, desde la ciudad de Mexicali a la bahía San Luis Gonzaga en Baja California. Todo el fraseo que mantiene el piloto con la torre de control es real, yo hice esa investigación en el aeropuerto. Es aproximadamente más de media cuartilla de frases como: “Altimeter two niner decimal seven five, taxi via Bravo to runway two eight, I´ll report when ready, november, two, two…”. ¡Vivo esperando por el momento en que un piloto me lea y se sorprenda!

Me escandaliza un poco el que la gente hasta ahora esté sorprendida de que existe una frontera física llamada “muro” con el país vecino y se oponga a su construcción. Estaba allí desde que yo nací.

LM: ¿Qué estás escribiendo ahora? ¿Cómo son tus rutinas de escritura?

NM: Sigo trabajando en tener una rutina. Es difícil porque a veces uno lidia con el día a día, con las actividades que nos dan sustento y los compromisos que hacen esta vida emocionante como los amigos, el amor, la familia. Pero básicamente es escribir. Cuando digo que voy a escribir, escribo. Me desconecto. Cero internet, sólo para los diccionarios y una que otra consulta sobre el mismo cuento. Me siento frente a la computadora y escribo el tiempo que haya destinado. Normalmente, durante los días que no escribo, voy tomando notas, imaginándome las situaciones, pensando en las soluciones de los cuentos. Y ya. Me siento y a escribir y corregir. Luego vuelvo a los textos y releo y corrijo. Y así indeterminadamente. Mi trabajo más reciente es un libro a publicarse llamado: Green incanto. Es una serie de historias donde juego con la palabra green, ya como concepto, dicho popular, o ambientación.

Yo era alguien con muchas preguntas, con inquietudes, sobre todo, quería saber: ¿Cómo podría ser el mundo más allá de mi entorno?

LM: Desde hace algunos años vives en Los Ángeles, ¿cambió de alguna manera tu escritura radicar en este lado de la frontera?

NM: No en mucho, referido al hecho concreto de mi estilo narrativo. Sin embargo, es como ver otro ángulo de un mismo objeto. Por nueve años viví también en el centro de México y aprendí, desde la distancia, mucho sobre la frontera. Ahora estoy a unas cinco horas de la frontera y sigo aprendiendo. Es como tener un espectro más amplio, no te casas con un punto de vista.

LM: ¿Quiénes son algunos narradores de tu generación? ¿A quiénes consideras tus maestros y tus libros de cabecera?

NM: Hablar de generaciones también es difícil, pues remite, o bien a una escuela, o a un año, que a veces se convierte en una fecha de caducidad. Yo diría que en Baja California: José Juan Aboytia,  Elizabeth Villa, Elma Correa, Juan José Luna; en Guadalajara: Cecila Magaña, Cástulo Aceves y Abril Posas. Respecto a los libros de cabecera, pienso que alejándonos de muchísimos clásicos, mis autores terrenales son: Josefina Vicens, Raymond Carver, Italo Calvino, Juan José Arreola y Enrique Serna. Todos siempre tienen algo que decirme, todos me han enseñado algo;  me recuerdan que se puede decir mucho en una página y me han hecho mayormente sentir que aún me falta mucho.

Los que vivimos en frontera sabemos que ese muro es poroso, que se navega en ambas direcciones.

Martín Camps

Martín Camps

Colaborador

Poeta y profesor de literatura. Ha publicado cinco libros de poesía, su último libro es Los días baldíos (México: Tintanueva). Ha publicado poemas en varias revistas, sus últimos poemas aparecieron en la revista Modern Poetry in Translation. Actualmente es profesor de literatura en la Universidad del Pacífico en California.

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