Por Nahuel Difalco.

El pasado 11 de marzo Carlos «Indio» Solari volvió a pisar el suelo de Olavarría, pero esta vez para cumplir con aquel show pendiente hace 20 años de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, frustrado por las autoridades municipales y que la localidad estaba esperando. Ante este evento de gran magnitud, Lamás Médula no podía estar ausente.

El camino a paso de hombre por la ruta 226 era desafío para cualquiera. Nueve horas antes de la hora anunciada, las nubes trajeron la lluvia y el viento que tanto se pronosticaba. Uno podía sentirse igual que en esas películas de ciencia ficción donde la amenaza de turno obliga a la gente a subir al primer medio de transporte que se encuentre para huir de la ciudad a cualquier costo, sin importar qué tan inundado de vehículos esté el camino. El mismo panorama, pero con una sola diferencia: La multitud esta vez quería ingresar a la ciudad.

Cualquier estación de servicio, punto de descanso, o lugar a la vera del camino que sirviera para tomar un respiro en el largo peregrinaje estaba poblado de familias, amigos, parejas, y solitarios con remeras con la leyenda “Indio” y banderas en alto por Patricio Rey. No les importaba la tormenta, ni si tenían que llegar a dedo a su destino.

Ya unos cinco kilómetros antes de la rotonda que se encuentra en el cruce con la Av. Pringles se podía escuchar resonar a los cuatro vientos los cantos con la lírica Solari, se veían las banderas de los tripulantes del colectivo recién llegado de Uruguay, el olor a comida de parrilla improvisada por quienes llegaron de Córdoba, la señora que vendía sanguches y gaseosa a los ricoteros de diferentes partes del país que se agruparon en su puesto cerca de estación de servicio colmada de gente. Y el desfile de colectivos estacionados en la curva para entrar a la Av. Pringles, convertida en la principal arteria para llegar al predio. Otros cinco kilómetros de distancia había que caminar por una Olavarría teñida por el público que se acercaba al predio rural La Colmena.

Cualquier estación de servicio o punto de descanso estaba poblado de familias, amigos, parejas, y solitarios con remeras con la leyenda “Indio”. No les importaba la tormenta.

Desde las casas de los vecinos, con los parlantes afuera, se agitaban las manos en alto con los acordes de Mi genio amor y El pibe de los astilleros. Las artesanías junto a una incontable cantidad de puestos de remeras te daban la bienvenida cuando alrededor de las 19:30 hs, la lluvia se iba y llegaba el último momento de sol para secar el rostro de los visitantes que como en un embudo de fieles, llegaban al corte con la Av. Avellaneda, calle lateral del predio y primer paso para ingresar a “El aguante”, un sector de pasto y árboles que servía de pre -entrada de las Puertas 1, 2, 3, 4, 5 y 6.

De ahí en más, solo unas cuatro cuadras entre casas del barrio hasta llegar a las tan conocidas puertas principales. Una vez atravesadas, dejaban a la vista las 15 imponentes torres de sonido con su respectiva pantalla led y un escenario aún más impresionante de 80 metros de punta a punta y 18 metros de alto. Un juego de luces en círculo en el centro (similar al utilizado por Pink Floyd en su emblemática gira Pulse) coronaba La Colmena, donde para 21 hs ya no entraba más un alma.

Apenas pasadas las 22 hs La Misa comenzaba con su clásica introducción de tambores y una profunda voz del Indio Solari presentaba a Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. De la misma manera que en el disco Gulp!, el encargado de la apertura fue Barba azul vs el amor letal: esta vez sin interrupciones- como en Tandil 2016- y a la vez que la banda presentaba al nuevo y poderoso baterista Martin de Pas, tras el anuncio de la imposibilidad de subir al escenario de Martin Carrizo, quien se encontraba igulamente trabajando junto a la gente de técnica y sonido del predio. También, el regreso de Pablo Sbaraglia, encargado de teclados y guitarras rítmicas.

Porco Rex sonó como un disparo para recordar además que hace ya poco más de ocho años que el segundo disco solista del Indio terminaba su gira más amplia en la ciudad de La Plata en 2008. Al grito de Basta ya! Se acabó! se escuchó el debut en vivo de Arca Monster, primera inclusión en la lista de Pajaritos Bravos, muchachitos.

Llegaron las primeras palabras: «Gracias por la compañía y el apoyo de siempre. Sé lo que representa guardarse una platita y dejar de comprar algo o dejar de viajar a algún lugar para venir a verme. Lo valoro, muchas gracias». Y confirmando un inicio potente del show, Ropa Sucia siguió en la lista: tema recurrente de las presentaciones de El Tesoro de los inocentes de 2004 y que volvía al escenario con Olavarría.

Fue entonces cuando lo que perfilaba como un show con mucha fuerza a los 20 minutos se vio ensombrecido ante la preocupación del Indio y el pedido a Defensa Civil para que se hiciera presente en el sector más cercano al escenario, donde un grupo de fans tirados en el piso estaban siendo pisoteados: “¿Hay alguien desmayado? ¿Qué es lo que está pasando ahí? Deben estar borrachos, hay mucha gente en el piso. No los pisen» y «Calma, calma, ¿dónde está la gente de seguridad?». «Arriba por favor, levántenlos» pedía el Indio desde el escenario. Y pidió: «Tengan cuidado. Habíamos quedado en eso. Estuvimos hablando toda la semana que iba a venir mucha gente. Hay 200 y pico de mil personas y son diez por los que estamos teniendo quilombo. Si esto sigue así no vamos a poder terminar el show”. «Son siete tipos que están rompiendo las pelotas. Alguien tiene que ir a sacar a esos boludos» y “Por favor, los que están borrachitos que vayan para atrás».

También hubo enojo contra un espectador que tiraba cosas al escenario, como en las viejas anécdotas de los recitales de los Redonditos y de Tandil del año pasado. El show continuó luego de una pausa obligada de 20 minutos para que la asistencia lograra rescatar a los desmayados.

«Tengan cuidado. Habíamos quedado en eso.» dijo el Indio

Aunque la energía del Indio sufrió un notorio cambio ante el episodio, pidió ayuda para entonar otro clásico ricotero. Héroe del Whisky, y al termino anunciaba un cambio en la lista para tocar “un tema más tranquilo”. Escuchamos desde el escenario una excelente versión de Etiqueta negra.

 

Los acordes bien distorsionados de Chau Mohicano se hicieron presentes, demostrando además que la poesía de Solari no está para nada oxidada. Tras Babas del diablo llegó otro corte de varios minutos hasta el inicio de A los pájaros que cantan sobre las selvas de Internet, para cerrar con la bellísima y muy coreada Había una vez y A la luz de la luna, concluyendo lo que parecía un bloque dedicado a su último material editado hasta la fecha.

Cercanas las 23:40 el espíritu de Porco Rex se hizo nuevamente presente con Pedía siempre temas en la radio. Y ante el anuncio de que con el siguiente tema iban a recordar a un viejo amigo, se escucharon los samplers y loops de Las increíbles andanzas del Capitán Buscapina en Cybersiberia. Esa estrella era mi lujo fue uno de los puntos más altos de la noche, rememorando nuevamente la versión de los recitales de La Plata en 2008, junto a Andrés Calamaro.

Y como toda una declaración, en el momento de mayor peso de la noche, rompió en el aire la batería y el riff de Todo preso es político acompañado de una inmensa imagen en la pantalla principal del penal de Jujuy, donde permanece detenida Milagro Sala. El recordatorio por la Memoria, Verdad y Justicia se convirtió en el momento de mayor sensibilidad de la Misa, donde las más de 250 mil personas hicieron sonar sus aplausos por las palabras del Indio recordando la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo y de aquellos que batallan por reconstruir su pasado. También habló sobre cuál es su postura sobre la baja de imputabilidad que el gobierno de Mauricio Macri insiste en implementar:

«Hace 40 años las Abuelas están buscando a sus nietos desaparecidos. Quizás, si alguno de ustedes tiene alrededor de 40 años, o conocen a alguien que tenga dudas sobre su identidad, acérquense a las Abuelas que ellas van a tratar de averiguar su pasado, ustedes van a poder seguir haciendo sus vidas si lo desean. Pero es bueno saber la vida que uno tuvo, los padres que uno tuvo, la verdadera salubridad… es bueno.
Y por otro lado, pensemos bien lo que está pasando con respecto a los menores, están buscando bajar la punibilidad de los menores a 14 años. Hay estadísticas que dicen que los asaltos o crímenes cometidos por menores de 14 años son estadísticamente ínfimos, lo que están haciendo es una locura. Yo pido que piensen en el momento en que los diputados y los senadores van a desear hacer estas cosas. Los muchachos no nacen malos, el Estado no puede ser penal antes que social, tiene que socializar primero y luego pensar penalmente en la criatura.»

Flight 956 fue el tema elegido para continuar con un show que ya había vuelto a tomar rumbo y entusiasmo y que se adentraba a su tramo final. ¡Todos a los botes!, canción de apertura del tercer disco solista, sonó junto al denso ritmo de Te estás quedando sin balas de plata. Siguió la presencia de la conmovedora To Beef or Not to Beef, que a más de doce años de su publicación, se afianza cada vez más con fuerza como un clásico del mundo ricotero. Al igual que El charro chino, demostrando la versatilidad y calidad musical de una banda que sabe y muy bien sostener el ritmo disco en un escenario de rock, sin desentonar. Una rata muerta entre los geranios, el cierre de El perfume de la tempestad, debutaba en vivo para dejar la última huella en de la etapa solista de Solari en la lista.

Rompió en el aire la batería y el riff de Todo preso es político acompañado de una inmensa imagen en la pantalla del penal de Jujuy, donde permanece detenida Milagro Sala.

Sonó Nuestro amo juega al esclavo, con una euforia similar a la de la apertura de Tandil 2016, luego de que el ex líder de los Redondos confesara ante su público que padece de parkinson. El Indio volvió a dejarse llevar por el canto de su público, coreando Violencia es mentir, con los giros y bailes que son su marca en escena.

A treinta minutos de pasada la medianoche, con un cielo nocturno del que ya no había rastro de las nubes que dejaron lluvia a la tarde; con el barro en los pies y sosteniendo las banderas con la fuerza que restaba en aquellos que viajaron miles de kilómetros para hacerse presente en La Colmena, llegaba la despedida en Olavarría: “Este gentío detrás de un cariño, no se explica en ningún lugar del mundo. Vamos a hacer una más y nos vamos porque se me está congelando la lengua”,

Jijiji, El pogo más gran del mundo –rebautizado hace algunas Misas como “El pogo más grandes del universo”- cerraba una noche extraña entre amores y enojos; entre una lista de clásicos e inclusiones sorpresivas. Y luego del terremoto del estribillo final que exclama No lo soñé, faltaba el toque inesperado que rompía con toda tradición ricotera, desde tiempos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Casi en una acto de propia blasfemia, bien recibida, Mi perro dinamita se colaba al final del show para terminar de revolucionar el predio.

“Este gentío detrás de un cariño, no se explica en ningún lugar del mundo», se despidió Solari.

Con un gesto de saludo del Indio Solari terminaba la Misa de Olavarría. Con aire de reivindicación, por el recuerdo de la suspensión de hace dos décadas atrás. Con otros músicos, otro repertorio, pero con la misma esencia y la misma lírica. Y con un público que cada vez deja más en claro que no encuentra límite ni en dimensiones ni entre fronteras. Trecientas mil personas convocadas por una sola, como en el sueño más inimaginable de aquellos que no pierden la fe en intentar cambiar el mundo. Con el solo y simple deseo de cantar, bailar y levantar los puños en alto, confirmando que es posible hacer una revolución con una canción de amor.

Nahuel Difalco

Nahuel Difalco

Colaborador

(Baradero, 1987) Nahuel Difalco es periodista y profesor de literatura. Trabajó en radio, magazines y como profesor. Actualmente reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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