Por Roberto Liñares para “La Carnicería”.
Borges, el Juicio Final, José Mármol y la muerte a los unitarios en la última parte de un Rosas, lado B… o línea B.
“Juan Manuel de Rosas, estación terminal del Subte B” Anónimo.
Luego de cenar, a los postres tomo nuevamente a Rosas en mis manos. Sí… Algo más conocida es la mención de Rosas, por parte del escritor italiano Giovanni Papini, en su obra “El Juicio Universal”, donde recrea el Juicio final a los mortales por parte de Dios, representado allí por un Ángel que los hace comparecer a muchos, organizados en “coros”. En nuestro caso en el “Coro de los Monarcas reinantes, Políticos, Dictadores. Coro de los Jefes de guerra, Capitanes y Soldados” y, dentro de éste -y como único representante de los Dictadores- a nuestro Rosas. Llama la atención que el único presunto dictador que comparezca sea nuestro crédito local. Don Giovanni, ¿no tenía ninguno por casa…? ¡Ah, bella ciao! Nuestro Rosas es inquirido por el Ángel Papinesco:
“Tú, Rosas, sólo viste en el poder el exterminio de tus enemigos, que también habían nacido en tu misma tierra y de tu misma sangre. La tuya, más que dictadura, fue carnicería. ¿Cómo podrás responder de tanta sangre?
A lo que el Rosas de Papini contesta inicialmente::
“Respondo a ello del mismo modo que cualquier otro regidor de pueblos. Todos los que fueron llamados a reinar sobre naciones divididas y turbulentas han tenido que recurrir a condenas y matanzas. Todos, aun aquellos que representaban a Cristo en la tierra, aun aquellos que se presentaban como portadores de libertad y de felicidad.”
Continúa argumentando que no tuvo otra posibilidad, que en la Argentina como estaba no quedaba otra cosa, que a él no le gustaba en el fondo hacerlo, que algunas muertes le pesaron mucho en su conciencia (¿Camila?) y que le hubiera gustado seguir criando ganado en el campo de sus padres (¿Para aterrorizar a los amigos de su progenitor según la imaginación del inglés Masefield, citado en la primera parte de este opus?. (Me hierve la cabeza ¡Porca miseria!)
Mejor vuelvo a nuestras tierras con un criollo de ley, Sir George Louis Borges, quien en un poema de su libro “Fervor de Buenos Aires” titulado “Rosas” y refiriéndose al “César de las pampas” (como diría Papini) nos dice:
“…alguien, como reproche cariñoso,
pronunció el nombre familiar y temido.
La imagen del tirano
abarrotó el instante,
no clara como un mármol en la tarde,…”
Y se despacha, de ahí en más: “Famosamente infame”, “desolación en las casas”, “horror del tajo en la garganta” , “censo de muertes”, “ávido puñal”. Eso sí: “…Ya Dios lo habrá olvidado / y es menos una injuria que una piedad / demorar su infinita disolución / con limosnas de odio.”. Sin embargo, a Don Borges, como cultor del proto tango, le gusta la visión de Rosas como cultor de la secta del cuchillo y el coraje.
Rosas a Rosas:
Disculpará el amable lector. Aquí iba a hablar de una fuerte apologética a Rosas, pero sobrevino un revuelo de ponchos rojo pal lau de la guardia el Monte, y perdí la hoja correspondiente. Quedé como con una Soledad Pastorutti Roja punzó, pero con más decibeles.
Horrorosas a Rosas:
Aún resuena aquello de Borges: “La imagen del tirano / abarrotó el instante, / no clara como un mármol en la tarde,…”, por lo que es oportuno mencionar a José Mármol, que fue duro como mármol con Juan Manuel. Relaciones tortuosas con su hija Manuelita, con el bufón de Rosas, un moreno medio enano llamado Eusebio de la Santa Federación, al cual vestía con uniforme militar y lo hacía calentar con su hija, para después castigarlo. Pero el joven José gustaba de Manuelita, ¿Quizás por su cercanía fascinante al poder y la belleza? Secretos que guarda la lápida.
Mucho polvo para Rosas:
El aludido Borges, en el poema citado escribe: “Ahora el mar es una larga separación / entre la ceniza y la patria”. Y el aludido Mármol trazaría: “Ni el polvo de sus huesos la América tendrá”. Y un aluvión reconvertido, encabezado por Menem -entre las pocas cosas que nacionalizó- repatrió los restos óseos del primer dictador prófugo. Con lo cual, polvo de cenizas o huesos, la América los tuvo. Por lo que esta poesía llena de ira cívica sólo es letrilla histórica que ni el polvo de sus hojas la Europa podrá tener.
Rosas y el síndrome de Estocolmo:
Sospecho a pulmón que mucho de lo descripto por esta caravana de opinantes de harta erudición guarda en su corazoncito un cintillo rojo de encanto que se emparenta cercanamente con el llamado síndrome de Estocolmo. Se trata del estado psicológico en el que la víctima de secuestro del corazón -como suelen ser algún curioso exotista inglés, o un italiano preso del absoluto, un miembro insospechado de una poderosa secta como la del cuchillo y el coraje rosista- desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador o manipulador. Pueden acabar ayudando a los “captores” a alcanzar sus fines, a evadir a la policía liberal mitrista de la historia. También le pasó a Juan Bautista Alberdi, no sé a qué altura, que de escribir la obra de teatro “El Gigante Amapolas” con clara referencia y agresión a Rosas, termina en sus últimos años haciéndole la seña del dos sin que nadie lo vea.
¡Y basta carajo! Tratándose de Rosas, es inevitable que el tema se torne espinoso, por lo que propondré darle término arbitrariamente, pero con una fuerte voluntad varonil, como sería del gusto del Ilustre Restaurador de las leyes de la extensión. Es medianoche, la última gota de pringosa transpiración se pierde en el fondo del vaso aromatizado por una caña Legui asesinada. Levanto la vista por mi ventana y advierto en un macetón, mezclada en la oscuridad y el silencio húmedo, la única rosa que, sola y olvidada -pero justa, libre y soberana- preside el jardín con su tímida blancura, aguardando mi mirada en el alba.
Aprovecho la unión amorosa de las agujas del reloj, y saludo a las tinieblas que producen las teclas de la luz con un grito, que no figura en esta nota: “Las doce han dado y sereno… ¡Mueran los salvajes unitarios!



Roberto Liñares
Colaborador
(1955, Buenos Aires) Poeta. Sus obras han sido publicadas en distintas revistas, y formado parte de numerosas antologías. Ha recibido varios premios (Biblioteca Belisario Roldán, Departamento de Extensión Universitaria de la Facultad de Derecho, Club Banco Provincia, Central de los Trabajadores Argentinos, Secretaría de Cultura de la Asociación Bancaria, etc.). Participa en distintos recitales y “performances”.