Por Martín Camps. (Fotos cortesía de Carlos Furman)
La pieza teatral de Joël Pommerat exhibe tensos microcosmos donde se cuestiona la estabilidad de las relaciones humanas, pasando por tópicos como el aborto, el adulterio o el abandono.
En las veinte historias del dramaturgo francés Joël Pommerat (1963-), tenemos un atisbo a pequeños universos de relaciones humanas fracturadas, de encuentros tremendos donde solo presenciamos la punta del iceberg. Las historias nos adentran in media res a relaciones en su punto de ebullición, y la desarticulación de convicciones asentadas de relaciones de muchos años.
En uno de los cuadros, a un hombre casado que le dice a otra mujer casada que está interesada en ella, pero ella explica que su marido ha sido el hombre de su vida, “su otra mitad, se reconoce a sí misma”. Desde otra habitación, los dos escuchan que sus respectivos cónyuges conversan íntimamente y tienen relaciones sexuales. Se tapan los oídos y ponen música para acallar los estertores de los adúlteros que les echan en cara lo que ellos no pudieron hacer.
En otra escena una pareja termina de hacer el amor y el hombre le anuncia, mientras se viste con solemnidad, que la relación ha llegado a su fin porque ha encontrado a otra mujer y no puede mantener esa situación complicada porque él ama a la otra, quien notaría sus ausencias. Su partenaire, desconsolada y le ruega que mantenga con ella una relación sin sexo, ella dice “coger” pero él pide que no pronuncie esa palabra. Conforme se termina de ataviar nos damos cuenta que él en realidad es un presbítero y ella una prostituta enamorada.
Las situaciones en “La reunificación de las dos Coreas” (estrenada por primera vez en el 2013) muestran la escisión de las relaciones humanas, de los malentendidos, desencuentros, la el amor y el odio como las dos caras de una misma moneda. También la imposibilidad de los verdaderos encuentros y el desconocimiento profundo entre dos personas a pesar de relaciones que han existido por muchos años. Así, en el primero de los cuadros, una mujer decide separarse de su marido después de veinte años “porque nunca hubo amor”. Prefiere vivir en la soledad que en el desamor. Su marido le pide que lo piense, que se marche una vez que se fueran los hijos. ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Por las apariencias, por la costumbre? Estas son las preguntas que asaltan a los espectadores, dado que son historias cortas donde no se entra en la profundidad de los matices, los claroscuros. Se observa solo el resultado de sus decisiones fundamentales. En otra viñeta, una mujer junta sus cosas en una maleta y se despide de su compañero diciéndole enigmáticamente, “nos amamos, pero a veces el amor no es suficiente” y se marcha, aunque el despechado se queda repitiendo esa frase que lo atormentará en la ausencia. En otra historia, una mujer le dice a su amante mujer “devuélveme lo que es mío dentro de allí” (apuntando al corazón). Son frases definitivas e hirientes de la otra cara del amor.
El abanico de relatos gira en torno a muchos temas: el aborto, la homosexualidad, el adulterio. En el episodio le da título a la obra, un esposo tiene que recordarle a su mujer enferma de Alzheimer, su vida juntos, “Cuando nos conocimos era perfecto. Éramos como dos mitades que se habían perdido y que se reencontraban. Era maravilloso. Era como si Corea del Norte y Corea del Sur abrieran sus fronteras y se reunificaran y que la gente que había tenido prohibido verse durante años se reencontraran.”
El mosaico de historias, magistralmente actuadas, con un vestuario preciso y una escenografía minimalista -apenas algunas sillas, una proyección de ambientes al fondo- logra un espectáculo que nos mantiene al borde de la butaca, expectantes a cada nueva historia que cincela otro aspecto de las relaciones humanas, de los amores congelados por la costumbre, de las relaciones del pasado que reaparecen instantáneamente y cómo se construyen los vínculos a través de convicciones que también son constructos imaginarios, escenarios ficticios que cuartean nuestra visión del orden y nos exponen como seres que pendemos de hilos muy frágiles con escenarios endebles que se pueden desmoronar en cualquier momento.
Sobre la obra
Dirigida por Helena Tritek, con Ingrid Pelicori, Esmeralda Mitre, Mario Alarcón, Agustín Rittano, Natalia Cociuffo, Maruja Bustamante, Alejandro Viola, Javier Pedersoli, Caro Solari y Pablo Lambarri. Puede verse de miércoles a domingos a las 20.30, en el teatro San Martín (Av. Corrientes 1530), en la sala Cunill Cabanellas.



Martín Camps
Colaborador
Poeta y profesor de literatura. Ha publicado cinco libros de poesía, su último libro es Los días baldíos (México: Tintanueva). Ha publicado poemas en varias revistas, sus últimos poemas aparecieron en la revista Modern Poetry in Translation. Actualmente es profesor de literatura en la Universidad del Pacífico en California.