Por Pablo Campos.
En la película «El día de la Marmota» su protagonista (Bill Murray) vive condenado a repetir la misma historia cada día. A diecisiete años de la crisis del 19 y 20 de diciembre de 2001 —consecuencia del fracaso neoliberal de Menem y De la Rúa— entrevistamos a Hernán Brienza para comparar aquel proceso neoliberal con el que hoy está viviendo Argentina.
Lamás Médula: ¿Cómo contextualizarías las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001?
Hernán Brienza: El neoliberalismo y el consenso de Washington en el 2001 todavía no se habían resquebrajado, de la manera que se están resquebrajando ahora. En el 2001 el neoliberalismo era hegemónico discursivo y culturalmente, pero prácticamente todos los países latinoamericanos estaban quebrando esa hegemonía. Venezuela en 1998; Brasil, y Bolivia lo hicieron después; y Argentina en 2001.
El 2001 es producto del agotamiento del modelo neoliberal de los noventa en toda la región, y creo que en el caso de Argentina se llegaron a niveles sociales del 54% bajo la línea de la pobreza y un 30% bajo la línea de la miseria, con lo cual 1 de cada 2 argentinos eran pobres, los índices de desocupación eran altísimos superiores al 20%, la política del FMI había hecho estragos en la sociedad Argentina.
Una gran parte de la clase media que estalla, como dijo Nicolás Casullo «no como vanguardia de lo que vendrá, sino como retaguardia de las promesas fallidas», por el primer mundo que les prometieron y no les cumplieron. Y una explosión social de los sectores populares que están agotados y cansados de soportar todo el peso de la desigualdad económica y social en eso modelo.
LM: ¿Cómo compararías aquel momento con el actual? ¿encontrás similitudes o coincidencias?
HB: En términos políticos en el 2001 hay una sociedad atomizada, cuyo grito era que se vayan todos. Respecto a la actualidad yo creo que la crisis no es tan alta, no hay los niveles de pobreza y de miseria todavía, aunque están creciendo en forma agigantada.
El segundo dato es que la vocación represiva del actual gobierno es mucho más fuerte que la de De La Rúa, porque la legitimación política de todo el sistema era mucho mayor en el 2001 que ahora. En estos momentos hay una presión geopolítica de EEUU sobre la región, pero el neoliberalismo triunfante como en los noventa está en retirada incluso los países centrales, ni Europa ni EEUU practican el neoliberalismo como programa económico y político.
Otra diferencia es que sociedad está polarizada y fragmentada, no está atomizada. Es decir, ya no hay un que se vayan todos, hay un que se vaya el otro. Hay un gran sector de la población Argentina que no quiere que vuelva el kirchnerismo, y va a apoyar como sea y de la manera que sea a este gobierno, cosa que no ocurría en el 2001. Y hay una gran mayoría que quiere que el macrismo se vaya lo antes posible, que sueña con un 2001 permanente. Un 2001 que por ahora no se va a dar, pero que no va a tardar en darse en un par de años si en el 2019 gana el macrismo.
En el 2001 la clase media había sido de alguna manera socia del neoliberalismo, había disfrutado sus viajes a Miami, a Europa, a Punta del Este. Había sido socia de ese primer mundo que prometía el neoliberalismo. Estalla a mediados del 2001 cuando la crisis se hace evidente para los sectores medios y se hace insoportable cuando les tocan sus ahorros. Aclaremos que no es tan lineal la cuestión, porque la clase media nunca es una sola, hay varias, pero estalla hacia fines del 2001. Hasta ese momento la clase media se había quedado solamente quejándose, y mirando con cierto reproche a los que cortaban las rutas. Pero el fenómeno «piquete y cacerola la lucha es una sola» se produce cuando entran a saquear las cajas de las clases medias.
LM: Hoy vemos un nuevo proyecto neoliberal que toma las riendas desde el gobierno. ¿Es así como podemos entender esta nueva derecha, como se le suele decir al macrismo?
HB: Lo único que tiene de moderno el macrismo es la manipulación de los medios de información y las redes informativas, esto incluye las redes sociales en internet. Después, la Meritocracia no es otra cosa que el positivismo liberal del peor José Ingenieros, creer que hay una masa amorfa sin conciencia política y que hay otros que sí merecen el lugar aristocrático que mantienen. Es un elitismo berreta, una aristocracia creada al calor del contrabando en la colonia y la expropiación de tierras a los indios por parte del estado-nación del siglo XIX, ya sea con la campaña de Rosas o la campaña de Roca. Se repartieron la tierra entre ellos y entre ellos mismos se creen que son aristócratas y en realidad no son más que otra cosa, como decía Sarmiento «una oligarquía con olor a bosta». Sarmiento es muy alumbrador en toda su totalidad, es un hombre de cierta honestidad intelectual, es tan bruto que termina siendo luminoso.
El macrimos ha sabido generar un discurso de disciplinamiento de la sociedad y domesticación de las demandas. Ha generado un discurso y una narración en la cual la sociedad es culpable de su propia pobreza por haber sido cómplice de la fiesta del kirchnerismo. Esa manipulación psicopática hace que la clase media se sienta culpable y que decida que es preferible hacer sacrificios por un país neoliberal que reconocer que han sido traicionados por quienes creían que eran sus guías espirituales.
LM: Es interesante y siempre contradictorio y complicado comprender qué lugar ocupa la clase media en la construcción de lo que llamamos «el sentido común».
HB: Yo creo que la clase media aspiracional argentina es la que se parece un poco al medio pelo, o habría que pensar un cuarto de pelo, porque el medio pelo que decía Jauretche era la burguesía ascendente y la aristocracia descendiente. Ahora, habría que pensar si no hay un cuarto de pelo entre las clases bajas que ascienden y las burguesías que descienden, se da un nuevo fenómeno social donde alguien que le iba más o menos bien con un trabajo independiente, por ejemplo, una empleada domestica, se creía con derecho a ningunear a un choriplanero por que era más pobre que ella. Esa nueva clase media aspiracional, de un cuarto de pelo como digo yo, que creyó que tenía una atadura, una ligazón directa con el macrismo y las clases altas, porque estaban ambos en contra del kirchnerismo, hoy se dan cuenta que el macrismo los traicionó. Traicionó sus expectativas, no van a salir de pobres, van a tener menos de lo que tenían hace tres años.
La única ficción que tiene de dónde agarrarse es que van a tener un poco más que el choriplanero.
Seguir manteniendo lo que Jauretche llama «la gran pauta de comportamiento que es el antiperonismo».
No se pierdan la segunda parte de la entrevista con Hernán Brienza. Donde profundizamos sobre los medios de difusión, la disputa del discurso hegemónico, los medios alternativos de difusión, el sentido común y el Peronismo. El 26 de diciembre en Lamás Médula. Los esperamos.
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