Por Nahuel Difalco. Ph/ Candela Butigliero.

 

Juan Subirá en uno de esos días con más calor de Buenos Aires. Juan Subirá esperando en un bar de su querido Núñez. Juan Subirá en plena grabación del disco «De la cabeza 2» por los treinta años de Bersuit. 

Lamás Médula se sentó a charlar largo con él; para conocer su visión del macrismo —tan parecido al menemismo que supo combatir—, mientras se toma el tiempo para saludar a Huguito y de contarnos que «es el de la Milonga del Plomero»; sin perder su espíritu de barrio a pesar de ser una de las figuras del rock nacional.

Lamás Médula—Tema obligado y que tiene que ver con los treinta años de Bersuit. Nos imaginamos que estarás contestando las mismas preguntas en todas las entrevistas…hace un año que empezaron con los festejos.

Juan SubiráY sí, claro. Los treinta años obviamente que son un evento muy importante en nuestra historia. ¡Ya te diría que vamos para 31! Y que deberíamos quedarnos ahí en 30 y seguir festejando por un tiempo largo. Pero bueno, es un mojón en la historia para cualquier proyecto artístico, es realmente algo muy fuerte. Estoy muy contento de haberlo podido transitar y llegar bien, con alegría y con ganas de seguir proponiendo cosas. La idea es poder darle un cierre este año con un disco doble que estamos haciendo. Grabamos la mitad en estudio pero haciéndolo como si fuese «vivo» y la otra parte la vamos a hacer verdaderamente en vivo en Obras Sanitarias el 11 de Mayo.

LM —¿Qué cosas cambiaron absolutamente en estos treinta años y qué cosas no cambiaron nada?

JS —Justamente hace un rato hablaba de situaciones políticas que uno ve que se repiten y que encontrás de repente en canciones. Cuentan algo que te hacen pensar que fueron escritas hoy mismo, y de alguna manera eso habla de cierta repetición cíclica. Obviamente eso provoca cierta angustia porque en determinado momento pensamos que esas situaciones estaban superadas, que mediante propuestas más progresistas y evolucionadas como fue el ciclo de Néstor y Cristina, política y socialmente había una idea de país y de mundo, donde uno encontraba la inclusión social, propuestas que tenían que ver con los derechos humanos y que de alguna manera hacían pensar que no iba a pasar lo que pasó en los últimos años.

Y lo más loco es que esta regresión a épocas cavernícolas en lo político llegó mediante el voto popular, porque en otras épocas esto pasaba a través de golpes de Estado.

LM —¿Te sorprendió entonces este cambio en estos últimos tres años?

JSUn poco sí. Tal vez desde este lado cometimos el error de creer que esto no podía pasar. Eso podría ser un error estratégico: por creer en la evolución de las cosas, de cambios políticos y sociales y en que la sociedad estaba más madura, y que no iba a comprar determinados discursos que le fueron propuesto desde muchos lugares, pero fundamentalmente desde los medios, con un apoyo monstruoso de las grandes corporaciones mediáticas. Lograron convencer a la gente — por ejemplo — que los servicios eran muy baratos. Lo más sorprendente es cómo se pudo convencer a la gente para que vaya contra de sus propios intereses.

LM—Hernán Brienza dijo hace poco, en un análisis sobre si estamos viviendo otro 2001, que la diferencia con esa época es que aquel era el momento del «que se vayan todos!» del menemismo y el gobierno de De la Rúa, y hoy unos dicen «que no vuelva tal» y otros piden ¡que vuelva! (Entrevista a Hernán Brienza aquí ) ¿La cuestión pasa por una tomar posición entre un modelo de país y otro? ¿o estamos con el «que se vayan todos» pero de una manera un poco más implícita?

JS —En ese aspecto pienso como Brienza. Ese podría ser un avance, en el sentido que esa división política tan pronunciada tal vez pone blanco sobre negro un poco donde estamos parados y la postura e ideales de un montón de gente. Lo único es que esa grieta de la que tanto venimos hablando provoca división y polarización. Hay una masa fluctuante de gente que no tiene una ideología propia y por ahí son los que terminan definiendo una elección, y es muy difícil convencer a esa gente. De alguna manera, son personas que podrían sumarse a un «que se vayan todos!» simplemente por sus propios intereses y de no poder subsistir, pero que no tienen convicciones mucho más allá de eso.

En definitiva, el «que se vayan todos» es una respuesta en contra de todo, pero lo que necesitamos es saber hacia a donde ir y que hacer. Esa división que plantea Brienza está y también es una gran encrucijada porque nuevamente estamos en un año electoral y hay muchos que estamos viendo cómo superar esta situación, superar el macrismo y avanzar hacia otro lado.

LM —¿Y si te pedimos un pronóstico de estas elecciones lo más políticamente incorrecto?

JS —Yo, un poco como te dije antes, pequé de optimista como la última elección y la pifié. Pensé que esto no iba a pasar nunca y no lo podía creer. Pero viendo lo que pasó anteriormente con la polarización, el Balotaje, se puede dar un escenario parecido. Y la única contra que tiene este gobierno es que hace tres años que está gobernando y la situación es calamitosa. En aquel momento apelaba a un montón de propuestas y discursos vacíos de contenido pero que evidentemente parte de la población lo creyó.
Uno puede entender que la gente de la Sociedad Rural se sienta identificada con el proyecto o las grandes familias que son los dueños del país o grandes empresarios. Pero después no podés entender que la clase obrera y la gran mayoría de la clase media se puedan identificar.

LM —¿Las épocas de crisis y marginalidad revitalizan el discurso y la poesía del rock? Se suele afirmar que el rock de los ’70 era verdaderamente fuerte, comparado con el que llegó después. ¿Creés que es así?

JS —El rock también envejeció como género y tuvo maravillosas propuestas en los ’60…’70 y muy originales. Personalmente soy fanático de la época del rock progresivo. Tanto en el plano internacional como en el nacional para mí es el pico más alto de producción. Después hay mucho cliché, mucha repetición, pero también hay cosas interesantes y muy variadas. El rock es también un fenómeno muy particular para analizar porque de alguna manera es una música imperialista, que desembarcó en todo el mundo y que se empoderó en todos los lugares a donde llegó. A su vez es una música muy interesante porque es indiscutible la belleza de mucha de las propuestas.

En nuestro caso, Bersuit siempre fue una banda muy extraña y diversa. Es una gran mezcolanza. Cuando nos preguntan qué música hacemos, decimos que es una banda de rock pero que toca cualquier cosa. Tocamos cumbia y atrás de nuestras canciones podés encontrar milonga, chacarera, chámame, cuarteto. Todo eso está y forma parte de un imaginario musical. Esa es la manera que nosotros encontramos un lenguaje para expresarnos y que le da una identidad a esta banda.
Y sobre la primera pregunta, han surgido propuestas interesantes como el «rock chabón» o la «cumbias villera», que son cosas que en algún punto se cruzan y mezclan.

El otro día en el festival de Santa Cruz antes de nosotros estaban Los Caligaris de Córdoba, y después Damas Gratis. Los Caligaris tienen su propuesta de rock con circo y cuarteto, y Damas Gratis es una banda de cumbia pero que a la vez tiene esta cosa medio rockera.

LM—Fue un revuelo cuando convocaron a Damas Gratis para tocar en el Lollapalooza…casi un pecado…

JS—Claro…En una época fue difícil mezclar rock con heavy metal y otra banda más acústica. Hoy creo que eso se superó, y hay más flexibilidad para disfrutar diferentes propuestas artísticas.

LM—Hablando de Bersuit y de que hace mucho que no está Gustavo Cordera y que han construido una nueva identidad…Al margen de que con Gustavo esté todo bien ¿con cuál Bersuit te quedás? ¿Disfrutaste más estos últimos ocho años con Daniel Suárez y Germán Sbarbati en la voz? ¿O a Bersuit todavía le falta algo desde la partida Gustavo?

JS—Ocurre que como soy uno de los que está desde el principio en la banda, e inclusive con varios de los integrantes nos conocemos de chicos, desde mucho antes de Bersuit, para mí el proyecto originalmente nivel química y todo es como era. Con Gustavo y con Osky. Las formaciones de un grupo me parece que no son casuales. Obviamente que después hubo muchos cambios, pero lógicamente lo de Gustavo es algo muy fuerte porque él era un poco el líder natural de este proyecto. Era la cara más visible, el cantante y compositor de muchas canciones.

El cambio es realmente muy difícil. Nosotros cuando volvimos en el 2011 sabíamos que iba a ser difícil. Si me pongo del lado del público, viendo a alguna banda «x» y cambia la formación, también para mí sería difícil porque tenés que elaborarlo y aceptarlo. Pero desde un principio estuvimos dispuestos a enfrentar estos desafíos y sabíamos que iba a ser complejo porque no es lo mismo y nunca lo va a ser. En parte me parece bien, porque es como vos decís, una nueva identidad. Es una nueva química grupal y lleva tiempo consolidar eso. Dani y Cóndor son diferentes a Gustavo porque todas las personas tienen diferencias.

Aquella persona que siguió en todo este tiempo a la banda seguramente la quiere como es. La realidad es que Gustavo se quiso ir para formar otro proyecto y nosotros volver y continuar con esto. Creo que a través de los últimos años de trabajo y los discos nuevos que hicimos y la cantidad de veces que tocamos, todo esto se fue ensamblando.

LM—Con respecto a la situación judicial de Gustavo, que  por ahí representa un poco el momento que está viviendo el rock, donde hay muchas denuncias, acusaciones y condenas sociales a partir del movimiento que han generado en los últimos años las luchas del feminismo, el aborto legal y el Ni una menos. ¿Los músicos del rock se han quedado un poco atrás con estos reclamos?

JS—Puede ser. Creo que son cambios fuertes y profundos. La cuestión de género la podríamos rastrear y encontrar en otros géneros musicales como el tango, que es más antiguo que el rock. También en el folclore, en el bolero.

LM—¿Decís el «Si te agarro con otro te mato…»?

JS—Sí, cosas así, todo eso está. Creo que igualmente el arte en ese sentido siempre está protegido por la subjetividad que tiene, en el sentido que me parece que es bueno poder contar historias. Un día lo discutí con Dolores Solá, que es la cantante de La Chicana, en una mesa abierta de un debate. Ella decía que le parecía que había canciones que no se podían tocar más. Yo le dije que no estaba de acuerdo porque las canciones como «La toalla mojada» de Edmundo Rivero y otros tangos clásicos, representan un momento y una situación de una época. Lo que no quiere decir que uno esté de acuerdo con eso. Es lo mismo que uno escriba una obra de teatro y haya un torturador. No quiere decir que uno esté de acuerdo con la tortura, sino que hay un personaje que representa eso. Me parece que hay que poder separar las cosas en ese aspecto porque si no parece que sobreviene una caza de brujas y creo que a la larga puede generar tabúes sobre ciertas temáticas que van a resultar intratables.

Me parece que el arte tiene que poder expresar libremente las ideas y después la gente juzgará si está de acuerdo o no. Otra cosa es una declaración pública donde me expreso acerca de un tema. Eso me parece que es distinto. La violencia de género es un tema serio, profundo e importante que habla de un cambio cultural y social, y hay que estar a la altura de las circunstancias. El aborto legal, seguro y gratuito es algo necesario. Fue una tristeza que no se haya podido sancionar esa ley, pero eso ya va a llegar porque está presente en la sociedad. Si no fue el año pasado, va a ser muy pronto.

LM—¿Cómo viene le disco que están haciendo?, ¿cuáles son los proyectos que tienen a mediano plazo?…cumplir treinta años de Bersuit ¿representa para ustedes un momento de transformación?… Como Charly cuando grabó «60x60» y dijo «bueno, acá tienen todas mis canciones hasta este momento. A partir de ahora vamos a ver qué sale»…

JSLo vivo como una continuación. Lo que tiene de bueno para nosotros esta situación de estar grabando ahora, es que nos permite dejar una representación de lo que es hoy Bersuit. Dejar plasmado en un disco cómo suena hoy la banda, como está compuesta, y con las voces actuales. Nosotros necesitábamos hacerlo de alguna manera por esto que hablábamos antes, porque cambió tanto y entonces este disco nos permite grabar muchas de las canciones que nos gustan, que venimos tocando y queremos seguir tocando pero en la forma en que sonamos hoy. Ese es un poco el concepto.

Seguramente haremos canciones nuevas en vivo, eso lo estamos viendo. Tenemos material como para hacer un disco nuevo, pero bueno, este disco es un paso para poder mostrar lo que es Bersuit hoy y dejarlo plasmado en un disco.

LM—¿Y Fisura expuesta 2, no está en los planes?

JSSí! ¡Me encantaría! A veces lo hablo con mi hijo mayor que también es músico y le digo que me tiene que ayudar para hacer la segunda parte de Fisura. Él toca la batería y el piano, está a full con la música. Hace años que tengo ideas para hacerlo. No encontré el momento preciso realmente necesito varias cosas, una es tiempo y también dinero. Ideas tengo de diferente tipo que son como diferentes proyectos para hacer una segunda parte, pero me encantaría hacerlo porque además ya pasaron 10 años de aquel disco. Es como un sonido paralelo de lo que a mí me gusta y distinto a Bersuit.

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Nahuel Difalco.

Nahuel Difalco.

Periodista.

(Baradero, 1987) Nahuel Difalco es periodista, profesor de literatura y músico.Trabajó en radio, magazines y como profesor. Actualmente reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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