Por Evelyn Cantore.
El último tema de Jimena Barón, La cobra, causó furor entre cientos de personas que la idolatran y la toman como referente del feminismo. Sin embargo, tanto la letra como el videoclip tambalean entre la idea de empoderamiento y la representación de la mujer como un objeto de deseo.
Barón se sumó a la lucha por la legalización del aborto y alzó su voz en reiteradas ocasiones para defender los derechos de las mujeres, sin dudas representa a gran parte del feminismo en Argentina. Pero al momento de repensar los roles que nos han impuesto a las mujeres a través de los años, es difícil considerar como un ejemplo a una actriz y cantante que busca transmitir un mensaje de empoderamiento y libertad sobre nuestros cuerpos, mientras se esclaviza en el gimnasio para encajar en el estereotipo de belleza hegemónico.
Lo llamativo es que no dudaron en criticar a Luciana Peker respecto a la tapa de su reciente libro La revolución de las hijas, acusándola de mostrar cuerpos hegemónicos. A Peker, que lleva años de periodismo con perspectiva de género, de lucha, de poner el cuerpo, como ella suele decir, y suena muy acertado.
“Que tanta mierda me hizo hasta engordar” dice una parte de La cobra, mientras tanto Barón como el resto de las integrantes (también con cuerpos hegemónicos) se mueven al ritmo con unos corpiños similares a los de una vedete. Tal vez sea demasiado extremo inferir que esa frase denota gordofobia, pero no está muy lejos. En una cultura obsesionada con la delgadez femenina, con su obediencia a los estándares de belleza, el planteo de que engordar es algo negativo suena absolutamente peligroso.
La humorista y militante feminista Virginia “Bimbo” Godoy expresó en una entrevista que lo revolucionario está en que un cuerpo gordo sea vanidoso, se sienta una reina y se anime a cosas que parecen no pertenecerle. “Que vos con tu cuerpo, así como lo tengas, te mires al espejo y no te devuelvas la caca que hay afuera, es la puta revolución”.
¿Adelgazar y esclavizarte en el gimnasio te da el poder para creer en vos misma? ¿La venganza es estar más flaca y con el abdomen marcado? ¿Esto es lo que quiere decir Barón?
“El estereotipo de la mujer delgada como símbolo de belleza y éxito personal, tanto en lo amoroso como lo profesional, incita a que la mujer pierda la autonomía de su cuerpo”, Anabella Speziale.
Otra arista que hace ruido es que se trata de una letra en la que una mujer le canta a su expareja, otro típico cliché del amor romántico y patriarcal: “Soy la cobra que se cobra todo lo que hiciste bebé, ¿pensaste que era fácil lastimar?”.
“El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban. Tal vez no se trate de que el amor en sí sea malo, sino de la manera en que se empleó para engatusar a la mujer y hacerla dependiente, en todos los sentidos”, Kate Millet.
El problema no es Barón, ni siquiera es su persona ni el hecho de lo que haga con su cuerpo sino que lo utilice como símbolo de liberación. El patriarcado y el capitalismo tienen esa habilidad para convertir en marketing cualquier tipo de ideología, y parece que hoy en día la imagen de mujer empoderada es la de la “bomba sexy”, que muestra su cuerpo, que se “ama a sí misma”. Esto es reproducido por las jóvenes, que entran en ese círculo vicioso entre el falso amor propio que te venden en las redes sociales y la necesidad de libertad.
El año pasado, la periodista Julia Mengolini expresó en un hilo de Twitter esta idea de que la libertad debería venir de la mano de romper con los mandatos que nos imponen, no de perpetuarlos. Más precisamente, argumentó que utilizar como símbolo feminista el hecho de mostrar un cuerpo hegemónico es un error de concepto. Incluso, dio el ejemplo de la depilación: que muchas lo sigamos haciendo debe entenderse como un lugar en el que aún cedemos, no como una elección. En ese momento los medios de comunicación se hicieron un festín al tildar de “guerra entre mujeres” al debate, por supuesto, no se podía esperar menos.
Pero no se trata de una disputa entre nosotras, aunque sí es enriquecedor que el movimiento feminista tenga internas, porque no es una religión. Se trata de hilar fino, de ir más allá del eslogan, de la comodidad de solo definirse como feminista y usar el pañuelo verde, de cuestionarse, de accionar hacia la militancia política en todos los aspectos posibles.
Entre las famosas e influencers se volvió muy natural que se pronuncien a favor de la legalización del aborto. Está claro que esto debe verse como algo positivo, pero, es un poco confuso cuando luego en sus publicaciones hablan del amor propio desde un lugar de privilegio, desde el acceso a tratamientos estéticos y, obviamente, desde una belleza hegemónica. Incluso, en muchos casos, le hacen publicidad a este tipo de productos. Nadie dice que haya un manual sobre cómo ser una buena feminista, ni tampoco hay una sola forma de serlo, no obstante, debería existir una responsabilidad por parte de quienes se dedican a la comunicación o son figuras públicas. El peligro está en reproducir mandatos y estereotipos como si fueran una elección, en hacernos creer que para que nos quieran debemos transformar nuestro cuerpo, y si no podemos, o no queremos, ¿nos jodemos? ¿no valemos?
La necesidad de trabajo hace que muchas veces las mujeres terminen relegadas a ocupar roles denigrantes, no es ese el foco de esta reflexión, sino pensar en aquellas que sí tienen el privilegio de elegir y que además se suman a la militancia. Así lo planteaba Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.
¿Es necesario someterse a trabajar en el programa de Marcelo Tinelli? y aquí me refiero a actrices como Griselda Siciliani, Florencia Peña, entre otras. ¿Por qué no se puede pensar en un compromiso más grande y decirle que no a este señor que hace un negocio con nuestra lucha? hasta parece una burla.
Decirle que no a promocionar tratamientos, cirugías, clínicas de estética, decir que no, dejar de alimentar esta cultura del envase que nos afecta mucho más a las mujeres, que nos empuja a estar constantemente pensando en cómo nos vemos, qué nos falta, qué nos sobra. ¿Por qué, si militan el feminismo, no pueden pensar en esos mensajes tan dañinos que dan? es entendible que dé seguridad el hecho de no salir demasiado de la norma, porque ser linda y hegemónica abre puertas en una sociedad machista. Entonces no cuestionan tanto, se meten hasta ahí, en lo que más o menos conviene para no perder esos privilegios.
“La idea de ‘género femenino’ es una manifestación cultural, que no tiene que ver con lo natural o con lo biológico, es decir con su sexo, sino con las obligaciones, las tareas, las normas, los pensamientos, las conductas asignadas a la mujer en una época por el sólo hecho de ser mujer”. Anabella Speziale.
Si pueden decirle que no a esa concepción masculina patriarcal que impone que debemos ser madres y pronunciarse a favor del derecho a decidir, ¿por qué resulta tan difícil oponerse a la que dice cómo deben ser nuestros cuerpos y cuánto tiempo debemos pasar ocupándonos de nuestra estética? Decirle que no a ser un objeto de consumo. Decir que no, ante el imperativo de la feminidad heteronormativa y sus imposiciones vetustas. No ser funcional a la jugada en la que nos quieren hacer caer para seguir ocupando lugares de sometimiento, engañadas detrás de la palabra empoderamiento.
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Evelyn Cantore
Periodista
Es periodista, feminista, y escribe desde muy temprana edad. Sus primeros pasos en el arte y la literatura fueron en el Instituto Vocacional de Arte Manuel José de Lavardén. En 2011 obtuvo un premio en el concurso de poesía Abra Palabra de la Escuela Técnica Ort, donde cursaba el secundario. En 2016 fundó, junto a una colega, el medio de cultura y espectáculos ONtrend. En 2017 y 2018 formó parte de Realidad 2017/18 como columnista de espectáculos, en Radio Belgrano AM 650 y Eco Medios AM 1220.
Actualmente es estudiante de la Licenciatura en Comunicación Audiovisual de la Universidad Nacional de San Martín.
¡Excelente artículo!
Llevará mucho tiempo sin dudas, y a través de la lucha insoslayable del feminismo, el cambio del paradigma patriarcal.
Supongo que no debe ser fácil despojarse de los sentidos comunes que atraviesan a la población y dentro del ambiente de la tv aún existe la meritocracia basada en la belleza hegemónica, lo que vende es la cosificación femenina.
Más allá también está la decisión personal de aunarse o no a estas disposiciones o de ofrecer un trabajo que se enfoque en las capacidades artísticas.
Si no recuerdo mal creo que Florencia Peña rechazó volver a hacer «Casados con hijos» por su deconstrucción feminista y porque la serie contiene una línea de machismo ideológico que no se puede pasar por alto.
Vamos por la reflexión de todxs.
Sin dudas es lo único que progresivamente cambiará esta realidad, por otra que sea un poco más equitativa para todxs.
Urge que no nos maten, que no nos maltraten y que no nos convenzan de hacerlo nosotras mismas. Porque no es necesaria una vida delimitada por una imágen construída obligatoria para la mujer. Un abrazo enorme y felicidades por tu laburo que contribuye a la causa ??
Excelente nota!!