Por Maruki.
Ir directamente a los poemas, tragarse la introducción
Condenado por mi propia existencia a publicar poemas de otros me veo en el brete de construir un casillero donde meterlos o sea diseñar lo que antiguamente se llamaba una sección.
La guachezca si bien está seccionada según una técnica comunicacional, es decir ensartada por tópicos socioliterarios fácilmente manejables, que no produzcan ningún tipo de pensamiento, y que sean tan útiles para escribir una tesis, como para pergreñar un articulo o incluso, si los contactos lo habilitan conseguir una beca, viene malparida, si se me permite la expresión.
Y pretende mantenerse en un estado de indeterminación plasmático que asimile el ingreso de materiales heterogéneos señalados por coordenadas azarosas o variables subjetivas.
Sin desmedro de esa imposición me permito mencionar algunos lineamientos no euclidianos:
1)Una genealogía disgrafiada
Palabra coloreada la guachezca, sintagma etílico ya que no ético, que exhibe su parentesco con aquella otra llamada “la gauchesca”, esa literatura decimonónica escrita por vergonzantes intelectuales rioplatenses que remedaban el decir y las vivencias de los gauchos, según la irreal academia de las lenguas post-castizas.
2) La guachezca como parodia de la parodia: del crotezco al grotecno
Sobre aquellas letras que no eran tan telúricas se abalanzaron como buitres sedientos aquellos escritores de los 70 como los Lamborghini, cada uno a su modo, Germán García y los que en aquel momento rodeaban la revista Literal, hasta la década de los 80 con Perlonguer, y Cerro a la cabeza, o mejor dicho de culo, para parodiarla sin compasión. Los géneros populares vinieron a alimentar esa ausencia. La literatura comprometida y social de Boedo, la misma gauchesca, el tango, sirvieron de contexto ideal para relacionarse críticamente con elementos populares utilizando su sensiblería para invertir los mensajes de la ideología dominantes y al mismo tiempo distanciarse de la literatura «seria» recuperando toda una cultura silenciada y creando de alguna manera «una nueva tradición» ya que la instituida se mostraba bastante endeble incluso como cultura.
Tácticas taimadas e irrespetuosas: los que remedaban los dichos de los gauchos, después la parodia del remedo que la critica y la crea como tradición.
También cayeron en desuso
para la manada enceguecida y obsequiosa de una literatura que en el mejor de los casos va a la zaga de las teorías de turno como si quisiera con esa actitud sumisa ganarse la benevolencia de la critica, o para decirlo en términos de esta retórica, hacerse amigo del juez.
¿Hay una parodia de la parodia? o se trata de un agotamiento, de un hastío?¿hay una indiada poética que, aunque dispersa y silenciada, se dispone a romper lanzas con lo establecido?
Si aquellas tendencias tenían paradójicamente la secreta intensión de darle un valor a una tradición que se mostraba por lo menos vulnerable, esta caotizante guachezca qué valora? Intenta convertir en escuela a aquella otra pero sin aquellas infulas, más defraudada, más abandonada, en fin, más guacha.
3)La guachezca como táctica paragramática
Una pequeña inversión asonante nos desliza hacia una palabra más desterritorializada: guacho (guacho se le llama a aquel que no tiene madre ni padre y se utiliza en sentido despectivo o insultante).
De la Guachezca se podrían trazar sus bien ganadas tensiones con aquel corte diagonal que va del crotezco al grotecno líneas que, aunque tampoco se hallan bien definidas, se han puesto en evidencia también en el teatro del Río de la Plata y luego en la plástica.
No quiero insinuar con esto que estas escrituras sean huérfanas, aunque algo hay de desprecio por los lazos familiares. No es justo presentarla como una parodia de la parodia y rodearla encuadrándola simplemente como una inversión de aquel contexto parodiante. No es que sea nada mas que una flexión de aquella literatura puta drogada y ebria, aunque esta visto mi amigo que no le hace asco a esos procedimientos.
Y si su regulación no es exactamente temática ni retórica es que su indefinición es constitutiva. Y tal vez, la guachezca no sea nada, nada más que una broma trágica.
Es posible que aún existan pocos textos que la engorden, por eso no está de más como corte, como desencarnación y como trampa.
Taimado movimiento de tercer orden o de tercer desorden, según el concepto de caos que se maneje, que propone variaciones patafísicas donde el sujeto poético observa lo patético de su tragedia insistencial y lo baila con una delicada falta de respeto.
El resistirme a trocear tan sublime arte (el de la poesía) según temáticas, fechas de nacimiento, o tipologías siquiatricas, me obliga, en este sencillo, pero no por eso menos elaborado acto, a montar otro kiosco literario: la guachezca
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