Por Roberto Liñares.

¡Oh sombra terrible de la parodia, voy a evocarte, para que desde al abismo grotesco, vengas a comparecer y no te quedes musa!

A Evaristo Carriego, a Nicolás Olivari, y a la lija doble L,
de parte de este ciego inconsolable del verso.

Introducción: ¡Oh sombra terrible de la parodia, voy a evocarte, para que desde al abismo grotesco, vengas a comparecer y no te quedes musa!

Continuación: Mucho se ha escrito sobre la creación a través de modelos y no más bien de la nada. En ese sentido este texto no va a ser ni siquiera un modesto aporte.

Sólo algunas preguntas: ¿Se puede, como hay casos, hacer de la parodia, el mayor caudal sino el único, de la producción literaria de un autor? ¿Qué busca, aún actuando esporádicamente, el que ubica fugazmente un modelo, y tiene la necesidad de remedarlo? ¿A cuántos grados de torsión se puede someter a un texto, en el ejercicio de la parodia? ¿La parodia para? ¿La parodia odia?

Sé que también algo se ha escrito sobre este tópico, pero me lo pregunto desde lo psicológico. Digamos, es como si me lo preguntara a las tres de la mañana después de haber visto por la tele, de 30 a 33 veces, un gol de San Lorenzo, en una laboriosa victoria.

¿La parodia para? ¿La parodia odia?

Preferí, en vez de naufragar en digresiones, probar sobre mi propio corpus, intentando distintas presiones sobre los poemas intitulados, (a los cuales remito, por brevedad, para refresco de los lectores), “La costurerita que dio aquel mal paso” de Evaristo Carriego (1913) y “La costurerita que dio aquel mal paso” de Nicolás Olivari (1924), este último comenzando a espejar al primero, desde un espejo roto.

Sólo cabe señalar que, en la primigenia versión del vate de Palermo, la costurerita, después del desliz, se va de la casa y del barrio, por no decir del mundo, inundada de vergüenza y acabada “la leche de la clemencia”, como dijera el muy socialista Américo Ghioldi en tiempos de la caída de Perón por la Revolución Libertadora. En la de Olivari la costurerita inició una carrera de bienestar económico, gracias al deslizamiento.

Un párrafo aparte (y éste lo es) merece la versión de las andanzas, en este caso menos estáticas, de la joven y audaz costurera, contenida en la letra del tango “La costurera”, compuesta por el afamado hombre de cine, Leopoldo Torres Ríos e interpretado para la ocasión, en la película, muda, en blanco y negro “La costurerita que dio aquel mal paso” (1926). El canto no es mudo, como en el caso de aquel viejo parodiador, Leónidas Carlos Lamborghini, en su obra “El cantor” (“Como el que / sin voz / canta / en la voz / de esa otra voz”). En el estreno del film, como se hacía en esas épocas de mudez, había canción en vivo.

En este caso, me permito la transcripción a continuación, para que puedan apreciar por sus propios ojos y en forma directa, las funestas acciones y consecuencias de la historiografía conservadora, ya que en esa versión la costurerita se la banca, con todo el dolor adentro, y no huye de la emblemática “casa de la viejita”, escenario móvil incrustado en muchos melodramas del fado porteño.

Ahí va:

¿Qué tenés, costurerita,
que no cantás como antes
al llegar la tardecita?
¿Qué tenés, costurerita?

¿Acaso el muchacho aquel
que ya no viene a la puerta
te ha dejado el alma yerta?
¿Acaso el muchacho aquel?

La máquina de coser,
en tu vida conventual,
es para vos un misal
que te hace olvidar el mal
que te produjo el querer,
la máquina de coser.

No llorés, costurerita,
no te acordés del malvado
y cantá en las tardecitas,
para que así tu viejita
no adivine tu pecado…
No llorés, costurerita…

Esta aversión de lo original no la soportaría, por distintos y obvios motivos, ni Carriego (falta de fuga), ni Olivari (más de lo mismo). Ni yo. No más consideraciones al respecto.

Rogando ahora que apaguen los celulares o los pongan en vibrador, les brindo estas versiones de mi autoreirse, con distintos tiempos de exposición al torniquete (formalmente en el primero, salí de jerga y abordé la temática de este artículo; y el segundo tomando, tomando mucho, los dos valiosos antecedentes citados, Carriego y Olivari ut supra, no cuidando la forma), y aprovecho la oportunidad para agradecerles la atenta lectura de que he sido objeto hasta aquí.

GRADO UNO (con lunfactor)

«La costurerita que dio aquel mal paso
y lo peor de todo sin necesidad…»
no es para tanto, se clavó un faso
y se hizo modelo de intertextualidad.

Primero la retrató un reo bardo,
un Villón porteño de noche y de escabio
por mofarse de Evaristo el entrerriano
eso sí, de chacota y sin resabios.

Y ahora este humilde abrió los labios
y otra vez a yugarla de modelo,
medio por figurar, medio por celo.

La cuestión es que volvés a ser pendeja;
la reescritura te saca de las rejas,
y te lleva por infierno hasta el cielo.

GRADO DOS

Lacost
la uretra
y su profundidad
de Acosta acosta
que dio aquel mal
en los cráteres
como catéteres

quiero decir
como persona de perfiles claros
y catéteres muy firmes y definidos

como costurones
de aquella costure ture
rita
que en la primera cita de paso
paicamente
estoica riego a costa…

y lo peor de todo,
como por atrás
con el con o sin verg

el caso
la casa
después se dicen
casos y cosas
sediciosas
en lo ver sin dar
en lo dar sin ver
con los grandes pensadores de la vida
sin un rayo de luz.

se fue
go
so
so
ga
ase dios
dados días
y al tercero
Otro

Esfinge
o
es finge
no era posible
por más tiempo.

Era o no era posible
verla aguantar esa

Daba compas el corazón
Compañeras y compañeros

Aunque a nado
andanadas
anonadadas
Ah no se imaginan

Invaginándose
en el barrio corren mil suposiciones
sus posiciones
en conversaciones
supositorias
y hasta en algo grávido se llega a creer.

¡Qué carita
la testosterona
más entraña
aquella tardecita
con el frente para la derrota
y la marchita que se marcha
canto a canto
paso a paso
a buen paso
a mal paso
volver devolver
con la afrenta!…

Bueno bueno,
de cierto desierto
lo abierto ya esta

Existe un piso
en miedo del barro
donde se es cucha
un fango bien tocado
abriendo y toqueteando
las perlas
bombeando bombones;
una entrega de caja media por día
un viejo ve
se encarga
suplente
no mucho.

¡Pobre malva,
pobre malvón
pobre hado!

Pobre con sobre
pobre pero no con pobre
pero pobre,
pobre todo

Sobre todo
pero no pobrera
pero no sobrera
todavía con estadía etaria
física del todo,
hetaira
nada le faltaría.

Los sermones nadan y suben
contra la corriente
para desovar
desovar, desovar y desovar

De eso vieja
Los teritos que ponen el huevo
en el otro lado
las solteritas
que dios aquel mal paso;
congregación de monsergas
teresos de ávida,
muchacha con cejas,
no te quedaste manoseando un racismo de hubos.

En la soledad
qué dedo qué dedo
¿?

La costurerita que dio aquel mal paso…
-y lo peor de todo , sin necesidad-
con el sinvergüenza que no le hizo caso
después…-según dicen en la vecindad-
se fue hace dos días. Ya no era posible
fingir por más tiempo.
Daba compasión verla aguantar esa maldad insufrible
de las compañeras
¡tan sin corazón!
Aunque a nada llevan las conversaciones,
en el barrio corren mil suposiciones
y hasta en algo grave se llega a creer.
¡Qué cara tenía la costurerita
qué ojos más extraños , esa tardecita
que dejó la casa para no volver!…

 

La costurerita que dio aquel mal paso

por Evaristo Carriego

«La costurerita que dio aquel mal paso
y lo peor de todo sin necesidad…»;
bueno, lo cierto del caso
es que no le ha ido del todo mal.

Tiene un pisito en un barrio apartado,
un collar de perlas y un cucurucho
de bombones; la saluda el encargado
y ese viejo, por cierto, no la molesta mucho.

¡Pobre la costurerita que dio el paso malvado!
Pobre si no lo daba… aún estaría,
si no tísica del todo, poco le faltaría.

Ríete de los sermones de las solteras viejas;
en la vida, muchacha, no sirven esas consejas,
porque, piensa ¿si te hubieras quedado?

La costurerita que dio aquel mal paso

por Nicolás Olivari

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Roberto Liñares

Roberto Liñares

Colaborador

(1955, Buenos Aires) Poeta. Sus obras han sido publicadas en distintas revistas, y formado parte de numerosas antologías. Ha recibido varios premios (Biblioteca Belisario Roldán, Departamento de Extensión Universitaria de la Facultad de Derecho, Club Banco Provincia, Central de los Trabajadores Argentinos, Secretaría de Cultura de la Asociación Bancaria, etc.). Participa en distintos recitales y “performances”.

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