Por Karina Macció.
A días de la presentación de SUSANA THÉNON LOBA ESTEPARIA compartimos uno de los prólogos de un libro tan esperado y necesario.
Un libro sobre Susana, un libro sobre la Thénon. Un libro que dice que no puede, que vamos por las líneas de fuga, por lo incierto, por el misterio y lo opaco. Ese libro ya me gusta porque reconoce lo imposible (contar una vida, develarla) y dice su amor por la poeta y su poesía. Escribir hoy sobre Thénon, leerla y hacer preguntas, me parece indispensable.
Thénon desacraliza la escritura poética y la lleva al extremo. No hay una voz en su poesía, hay miles. Y si bien esto nos puede sonar muy usual, muy hecho, creo que la potencia en la configuración de estas voces que arman el estilo Thénon es algo rarísimo.
Leer, por ejemplo, los poemas de Ova Completa es entrar en un teatro que parece montado hace cinco minutos, y fue escrito en 1987. Poesía que nos habla, discursos dichos que se ponen en escena con una ironía que llega al sarcasmo y que tampoco desdeña la risa, esa que carcome y a la vez alivia, que permite seguir levantándose en un mundo hipercomunicado, solitario, conflictivo, en plena devastación. La risa que convoca Thénon es aquella que nos hace revisarnos en nuestra humanidad. Claro que esto apunta directo al género, el sexo, el cuerpo, la identidad que vamos construyendo con frases y retazos recortados de cualquier parte. Claro que involucra la clase social, la religión, la estructura familiar, esa posibilidad de la biblioteca en casa y la facultad a mano. Thénon escribe todas estas líneas de vida y las pone en cuestión. Claro que todo eso, y aún más.
La pregunta irrumpe en cada palabra elegida, en los tonos, las cursivas, las exclamaciones, los neologismos. La obra de Thénon ropone que seamos siempre (cada vez) extranjeros, que el castellano —el español, el rioplatense, el porteño, el lunfardo— las versiones que creemos saber (que supimos conseguir) sea un mapa en perpetua construcción de posibilidades, con un idioma que hay que descubrir, reconstruir y poner en acción.
Imagino un mapa antiguo, un papiro desenterrado y apócrifo, con una propiedad maravillosa: la de ser en cada momento absolutamente actual. Sin embargo, ese mapa solo puede existir en la interpelación. Los recorridos y las geografías aparecen pero no está claro a dónde van. Esos posibles puntos de llegada se convierten en nuevas partidas.
Quizás por eso me gustan los escondites, los reversos, lo invisible que propone este libro. Susana Thénon, su figura y su obra, es un mapa que se está armando y desarmando a la vez. Lo que está vivo en sus poemas no es atrapable, es “sentible”, una experiencia. Por eso el teatro, la danza, la coreografía que se ve en el cuerpo. Incluso la fotografía de Thénon nos habla de la añoranza del movimiento, de la huida del tiempo. Hay un vértigo en sus poemas que se produce porque a cada momento los versos, las palabras, se están corriendo. Una línea es una capa, y otra y otra y otra… Poemas para actuar, en escena y en la vida, que es otra escena, la más impactante quizás.
Desde esa perspectiva, Susana te invita a escribir. Leerla es entrar en acción escritural, ver también en segundo plano, el escritorio, la biblioteca donde faltan libros que se apilan por todos lados. En este que escribe Victoria Alcala también podemos verlos: libros y amigos que también van con los propios, necesarios para Susana que en esas charlas y discusiones aumentaba sus puntos de vista, el catálogo de gestos y discursos.
Entonces vamos por una lectura que también sea un mapa para seguir inventando. No es casual que Alcala termine (en otra posible declinación, abra) con preguntas y con una dirección para que nos escribamos. La poesía de y con Thénon es un encuentro intenso y efímero del que queremos hablar.
La Comunidad LAMÁS MÉDULA CLUB te necesita para seguir creciendo.
Para que tenga voz tu voz.
Asociate Texto del enlace
Me emociona leer el comentario sobre el libro de Victoria. Allí estaremos en su presentación apoyando jóvenes escritores.Felicitaciones!!!